Ser ferroviario, un saber y una pasión que resisten el tiempo
| Rescatar la memoria de los ferroviarios de la provincia,
fue uno de los objetivos de las jornadas organizadas por
docentes y alumnos de la Facultad de Trabajo Social de la
UNER. Maquinistas y mecánicos, recordaron sus jornadas
laborales, sus luchas gremiales y resistencia a la
destrucción de las vías férreas.
Ferrocidio es la palabra que Juan Carlos Cena miembro
fundador del Movimiento Nacional por la Recuperación de los
Ferrocarriles Argentinos inventó y eligió para sintetizar
el sabor amargo que se desprende de la historia de los
trenes en la Argentina. Ya sea la de sus pasajeros, los que
conducían o los que arreglaban los vagones y máquinas.
De los relatos de ferroviarios de Strobel, Basavilbaso o
Paraná, que pudieron escucharse en el encuentro organizado
por el proyecto de Extensión de la Facultad de Trabajo
Social, también apareció la pena y la nostalgia por lo que
era “su vida”, y que sucesivas políticas, mataron de un
plumazo.
El recuerdo de maquinistas, mecánicos y gremialistas de La
Fraternidad y la Unión Ferroviaria, que recorrieron la
provincia y lucharon por los derechos de estos trabajadores,
brotó solo. El Diario se asomó apenas, para escuchar y
reconstruir en parte, estas historias.
[b]HERENCIAS[/b]
Carlos Elías Gatti, de Strobel, rememoró su
pasado laboral junto a los trenes: “Fui conductor de locomotora durante 37 años. Ser ferroviario significa una
tradición para nosotros porque es algo que mamamos de
nuestros padres y abuelos que estaban en puestos claves. No
nos obligaban, pero teníamos que ser ferroviarios. Una vez
llega un tío mío que era jefe de estación y le dice a mi
papá: ‘Che Lorenzo, éste por qué no está en el ferrocarril',
y así entré. Tenía 18 años cuando empecé, abracé la carrera y me gustó, con todos los sacrificios que era ser maquinista”.
“Y yo era mecánico”, se presentó Ezequiel Toscano a lo
que Gatti corrigió: “Señor mecánico. Teníamos los
mejores mecánicos en el ferrocarril, lo que pasa es que uno
no trasciende, pero nosotros sabíamos que eran buenos
porque verificábamos lo que ellos hacían”.
El “sacrificio” se coló entre sus palabras. Así lo
describió el maquinista: “Nosotros hacíamos el trabajo
de mantenimiento de las locomotoras porque primero hacíamos
las veces de peón. Había que pasar por esa zaranda para
ser buen conductor. Y teníamos que proveer de carbón a
todas las locomotoras que salían; a veces en turnos de 8
horas salían hasta 6 locomotoras y había que
suministrarles carbón, cargarlo en una vagoneta de 1000
kilos cada una y se hacían trencitos de 8 vagonetas que
después había que subir a un terraplén y volcarlas a las
locomotoras. Todo eso, lloviera, tronara, todo, porque las
máquinas salían igual”.
[b]SOÑAR[/b]
“Para ser maquinista, para entrar en La Fraternidad, había que ser hijo de ferroviario. Éramos 9 mil en todo el país pero cuando La Fraternidad decía ´vamos a parar´, temblaba el país”, contó el conductor de trenes.
Toscano se encargó de completar la crónica: “Con la
Unión Ferroviaria, 42 días de paro hicimos. Le costó la
cabeza a Frondizi que en ese entonces quería aplicar el
plan Larkin, con Alsogaray. Después vino Menem (Carlos), lo
aplicó a través de María Julia Alsogaray y lo liquidó.
En el `93 me echaron a mí, fui de los últimos que
echaron”. A la pregunta qué significa ser ferroviario, sobrevino un suspiro. “Ah, yo sueño todavía con el ferrocarril y cuando paso por Strobel, por atrás de donde uno vivió tantos años, 18 años, te lastima. Entonces agarro y paso por la ruta, que es más rápido”, comentó Ezequiel
Toscano, que fue su manera de decir, ojos que no ven
corazón que no siente.
En efecto, su amor por los trenes es grande. “Se quedaban
los coches en Crespo y yo iba en mi auto. Los arreglábamos
y nos veníamos, ellos por las vías y yo por la ruta”,
puntualizó el mecánico.
[b]INVESTIGACIÓN[/b]
“Memorias sociales. Sujetos y saberes en la construcción de ciudadanía” se denomina el proyecto de Extensión que coordina la profesora Norma Pereyra y cuyos integrantes fueron los responsables de la organización de esas jornadas que se hicieron el jueves y viernes pasado en la Facultad de Trabajo Social. En ese marco Sebastián Muñoz y Ruth Morlini dieron cuenta de su tesis. “Somos como fuimos... trabajadores ferroviarios”, que indagó acerca de “las significaciones que en los trabajadores ferroviarios de Strobel (Diamante) se dieron en relación con la vida laboral”, según detallaron. En su trabajo refieren “cómo surgieron la localidad, los ferrocarriles y los talleres, y los inicios de los ferroviarios”. En otros ejes de análisis abordaron “la época del esplendor ferroviario, esto es, cuando la vida giraba en torno al trabajo; luego vino el descarrilamiento y el cierre de los talleres, cuando en 1977 el ferroviario deja de serlo y finalmente, la última línea de trabajo, fue el sinfín de la memoria que busca ver en el presente las huellas y marcas de ese pasado junto a las vías que hace que estas personas sigan sintiéndose
ferroviarios”.
“En época de auge había hasta 600 operarios. Hoy esta
localidad tiene 1.500 habitantes, en aquel entonces la
cuadruplicaba”, deslizaron los investigadores.
[b]El dato[/b]
[b]1961 AÑO QUE SE HIZO UNA HUELGA[/b]
Fueron 42 días contra la aplicación del plan Larkin, de
sistemática destrucción de las vías férreas. Treinta
años después, en 1991, se hizo lo que sería el último
paro de estos trabajadores, de 45 jornadas, en salvaguarda
del ferrocarril. El 10 de marzo de 1993 se canceló la
totalidad de los servicios interurbanos y larga distancia
que todavía prestaba Ferrocarriles Argentinos.
[b]La 43 de Basavilbaso[/b]
También estuvieron presentes en el encuentro, vecinos de
las ciudades de Gualeguaychú y Basavilbaso, que a partir de
este año conformaron el grupo “La 43” y empezaron a
investigar la historia de los ferroviarios del lugar.
Por iniciativa de Eduardo Ramírez y Cintia Otero de
Gualeguaychú, arrancó este proyecto que fue sumando cada
vez más adeptos.
Entre ellos, Sofía de Lourdes Fernández. Generar un
archivo, recuperar documentos y registros orales de los
operarios de los trenes de Baso, están en los planes de
este grupo. “Hicimos un concurso monográfico; convocamos
a artistas locales con obras referidas a la vida en torno al
ferrocarril; se hizo una jornada de presentación del
trabajo de Juan Carlos Cena, autor de El ferrocidio y
convocamos a nuestros viejos ferroviarios que participaron
de la huelga del ‘61 para que cuenten su experiencia. Eran
una población de más de 600 obreros ferroviarios de todos
los gremios, y hoy no llegarán a 50.
Después del plan Larkin cuando empezaron a diezmarse los
cuadros ferroviarios, en el 77 hubo otros cierres de
ramales, donde ya no se trabajaba de la misma manera en los
galpones de Basavilbaso porque todo se concentraba en
Paraná y luego en los 90 se cerró todo.
[b]SIN VIDA[/b]
“Basavilbaso fue el centro de la provincia, se abrían las cuatro vías hacia los cuatro puntos cardinales, había mucha actividad. Yo me acuerdo de chica, ver en los dos andenes hasta tres formaciones esperando su salida.
Cerrar el ferrocarril fue cerrar la vida de la ciudad”,
especificó la mujer.
Hoy pasa por esta localidad, el Gran Capitán que va hasta
Misiones, hay trenes de carga hacia Concordia y Buenos Aires
y otro tren que sale todos los días, a las 7, hasta
Villaguay. Pero ya no es lo mismo. “El tren que va a
Villaguay es gente que va a dar clases en los pueblos
vecinos, va de visita o hacer compras por ahí. En cambio
antes, se viajaba en tren para todo. No pensabas en `tren o
en colectivo’, te decidías a viajar en tren porque te
llevaba a todas las localidades vecinas y a muy bajo costo.
Y en una ciudad ferroviaria, la familia de los trabajadores
tenía un descuento especial”, apuntó Fernández.
[b]Para destacar[/b]
Privatización y después. Los investigadores coinciden en
describir al sistema ferroviario argentino como el más
grande de América latina, con cerca de 47.000 kilómetros
de vías. Durante la Presidencia de Arturo Frondizi se puso
en práctica el llamado Plan Larkin a instancias del Banco
Mundial, que consistió en una larga serie de cancelaciones
y levantamiento de vías. Si bien el plan se suspendió por
efecto de una recordada huelga ferroviaria de 42 días en
1961, dejaron de correr trenes en la casi totalidad del ex
Ferrocarril Provincial de Buenos Aires, ramales del ex
Ferrocarril Patagónico, del Ferrocarril Roca y demás.
Las medidas esbozadas por el Plan Larkin fueron
profundizadas durante el llamado Proceso de Reorganización
Nacional y gobiernos sucesivos que terminaron con su
privatización total entre 1991 y 1993, como parte de las
reformas neoliberales del entonces presidente Carlos Saúl
Menem.
Fuente: Mónica Borgogno.