Miércoles 13 de Septiembre, 21:06

La historia de una docente que dejó huellas

Sociedad | En el corazón del Departamento Uruguay, en la provincia de Entre Ríos, se encuentra un ejemplo inspirador de dedicación y amor por la enseñanza que perdura a lo largo de los años. Doña Julia Kovilansky de Evequoz, una maestra que ha dedicado toda una vida a educar en las escuelas rurales del interior, es un testimonio vivo del inmenso valor de los docentes.


Un comienzo temprano y un compromiso duradero. Julia Kovilansky hizo la primararia en la Escuela de Libaros y continuó sus estudios, aprovechando que una hermana vivía en Concepción del Uruguay, en la Escuela Normal Superior "Mariano Moreno" egresando -en 1959- como Maestra Normal a la temprana edad de 18 años.

Inmediatamente, asumió el rol de docente suplente en la Escuela 24 de Libaros, donde había cursado la primaria. Dos años después, logra la titularidad en la Escuela 37 "Misia Clementina", ubicada en la zona de Raigón Las Moscas.

Durante sus primeros años de enseñanza, Julia compartió aulas con estudiantes que eran casi de su misma edad, lo que requirió un compromiso aún mayor y una conexión especial con sus alumnos.

Durante un cuarto de siglo, fue la maestra querida, respetada e incluso idolatrada en Libaros, dejando una huella imborrable en la comunidad.

Un receso y un regreso a casa

Julia Kovilansky, con el propósito de acompañar a sus hijas -Daniela, Sonia y Andrea- que estudiaban en Concepción del Uruguay, pidió ser trasladada y le toca en suerte la Escuela "Juan José Millán", institución donde enseñó durante aproximadamente cinco años.

Sin embargo, su corazón siempre estuvo en Libaros, el lugar donde había nacido y que había elegido para formar una familia y vivir.

Después de completar los años necesarios para acogerse a los beneficios jubilatorios, Julia regresó de inmediato a Libaros, el lugar que consideraba su verdadero hogar y donde había dejado una profunda marca como educadora.

Allí, crió a sus tres hijas, y se convirtió en abuela, un papel que desempeña con un inmenso orgullo.

Un legado de amor por la educación 

La historia de Julia Kovilansky de Evequoz es un testimonio conmovedor de la dedicación y el compromiso de los docentes rurales que, a menudo, enfrentan desafíos únicos en su labor educativa.

Su amor por la enseñanza y su devoción a la comunidad de Libaros han dejado una huella imborrable en generaciones de estudiantes y en todo el pueblo.

Julia Kovilansky es un recordatorio vivo de la importancia de los educadores rurales, quienes, a través de su trabajo incansable, contribuyen significativamente al crecimiento y desarrollo de las zonas rurales de nuestro país.

Su legado es un homenaje a todos los maestros y maestras que dedican sus vidas a la noble tarea de educar y formar a las futuras generaciones.