Sociedad | Fue artífice fundamental para el retorno, en 2003, del emblemático tren El Gran Capitán. Enfermó gravemente esperando se hiciera justicia.
Este lunes, en horas de la mañana, en una ceremonia reservada estrictamente para su familia, fueron inhumados los restos de Emilio Franchi (65).
El empresario que presidiera Trenes Especiales Argentinos, compañía que hizo posible -en 2003- el regreso del emblemático Gran Capitán, falleció el fin de semana, según confirmó un allegado a la familia.
Franchi y un puñado de "locos apasionados por el ferrocarril" se propusieron recuperar material que fuera de Ferrocarriles Argentinos (en poder de la provincia de Corrientes) y devolverlos a la vía, con un servicio que permitiera unir las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, 1.100 kilómetros, y con la posibilidad de combinaciones en los pasos internacionales a Uruguayana (Brasil) y Encarnación (Paraguay).
El comienzo, para la empresa TEA S.A, operadora de la provincia de Corrientes, no podía ser más promisorio, contaba con la "licencia" de la gente, especialmente de los sectores más humildes, el apoyo de la administración del Presidente Néstor Kirchner y de los gremios ferroviarios.
El "amor" -como suele ocurrir en Argentina- no fue para siempre, y en poco tiempo el emprendimiento (que desde el comienzo había sido sostenido a riesgo empresario) comenzó a tener dificultades.
Además de "pelear" contra una infraestructura muy venida a menos y un concesionario (América Latina Logística) que poco y nada de interés tenía en los servicios de pasajeros que circularan por "sus" vías, debió sumar el ninguneo de los funcionarios, por entonces "todo poderosos", como el caso de Ricardo Jaime -el mismo que decía emocionarse al ver los andenes repletos y el patriotismo de quienes se reunían en las Estaciones para cantar el Himno; y -por lo bajo también- celebraba a los gritaban "es para Menem que lo mira por TV"- que fueron terminantes en su negativa a otorgar subsidio alguno.
"Es la única empresa que no recibe subsidios del Estado, ni siquiera diferencial en el precio del gasoil", se quejaba Franchi al advertir que por más que a su empresa le correspondiera como a todas las demás sabía que no pasaría (recibir subsidios) porque "no estamos en el club".
No obstante, en los talleres de Paraná, invirtió mucho dinero para que sus obreros lograran volver a la vida un coche motor Fiat, con el que una organización local "Por la Vuelta del Tren" hizo un viaje entre la capital de la provincia y la Estación Basavilbaso reuniendo firmas en reclamo de servicios ferroviarios de pasajeros.
Por esos días el empresario denunció que a través de la Secretaría de Transporte se tejían maniobras para "sabotear" el servicio del "tren de los humildes, por el que el Estado no pone un peso", afirmaba.
Para Franchi "El Gran Capitán" era sin dudas "un mojón, el primero, de un futuro en el cual el ferrocarril vuelva a tener la importancia y la trascendencia que hoy tiene en los países más avanzados del mundo", era "la piedra en el zapato para quienes estaban en la función pública para enriquecerse".
Además de durmientes rotos y rieles torcidos el "emprendimiento familiar de TEA" encontraría innumerables problemas más, entre ellos que Nación tenía un firme propósito de no dejarlo circular más (porque entendía que su licencia era precaria y de una provincia, Corrientes, y no inter-jurisdiccional) pero además para otorgar la línea (en forma directa) -como ocurrió en septiembre de 2011 durante el gobierno de Cristina Kirchner- a la empresa TBA, del grupo Plaza Cirigliano.
El "plan", según denunció en su momento Franchi, tenía un nuevo "gerente", el Ingeniero Juan Pablo Schiavi (quien había asumido en reemplazo de Ricardo Jaime), quien según el empresario "contaba con el apoyo de medidas salvajes e ilegales de maquinistas", al punto de que "secuestraron el tren, cuatro personas dos de ellas autoridades del gremio La Fraternidad, dejando la formación abandonada en el paraje Casa Pava".
Si bien el servicio fue suprimido TEA mantenía un mínimo de personal, el que la siguió "peleando" en los talleres, mientras su mentor golpeaba puertas, incluso de varios juzgados.
Pero la suerte parecía echada, y apenas quedaban esperanza en el recambio institucional, las que se esfumaron poco antes de que la administración de Mauricio Macri llegara a dos años.
Incluso el empresario denunció un “negocio inmobiliario” en detrimento de su emprendimiento en el barrio de La Chacarita donde tenía los talleres.
Todas estas cuestiones, según relatan allegados, fueron resquebrajando su salud, nunca su confianza en que se haría justicia. Al punto en que antes de que comenzara la feria judicial se presentó en los Tribunales de Comodoro Py: "quería colaborar, aportar todo lo que sabía que ocurrió y padeció de los que debían administrar con equilibrio los fondos públicos", contó entre sollozos uno de los últimos obreros de TEA.
Hace unos meses Franchi le dijo a FM RIEL que se sentía "pleno", gracias a todo lo que había podido hacer, y que lo máximo que había logrado era una "familia hermosa", obra "fundamental de una maravillosa mujer, esposa y compañera, Ruth". Además aseguraba que era feliz "viendo crecer a los hijos, los que ya le habían dado nietos", y que "por ellos y los pocos, pero buenos amigos que tengo sólo espero justicia, justicia", repetía.