Sociedad | El inicio de la festividad es en el día 25 de kislev del calendario judío, coincidiendo con la segunda mitad de diciembre, este año específicamente el 7 de diciembre.
La festividad también conmemora la recuperación y purificación del templo de Jerusalén, así como el milagro del aceite.
Según la tradición, los macabeos, al volver al templo profanado, encontraron solo suficiente aceite para un día.
Aunque tardaron ocho días en conseguir más, la lámpara ardió milagrosamente durante todo ese tiempo.
El simbolismo del aceite de oliva, asociado a la pureza, se refleja en la Janucá, donde se encienden progresivamente ocho lámparas de aceite de una januquiá de nueve brazos.
Estos ocho brazos representan los días en los que la lámpara ardió a pesar de la escasez de aceite.
Durante la celebración, se encienden las luces de la januquiá, recordando el milagro, colocándolas cerca de ventanas y accesos para que las vean quienes pasan.
La tradición incluye juegos como el dreidel, una perinola hebrea, y se degustan alimentos fritos en aceite, como latkes (papas fritas) y sufganiót (pastelitos rellenos de mermelada).
La Janucá, más que una festividad, es un recordatorio de la resistencia, la esperanza y la luz en tiempos desafiantes.