Sociedad | Este miércoles, 5 de marzo, se incia el período de 40 días en que los cristiano de todo el mundo se prepararan para la Pascua.
Los cristianos alrededor del mundo celebran mañana el Miércoles de Ceniza, el primer día de la Cuaresma, un tiempo litúrgico que marca el comienzo de un viaje de conversión hacia una renovación espiritual.
La Cuaresma, que se extiende por 40 días hasta el Domingo de Pascua, es un período de preparación para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Es un tiempo de reflexión, oración, ayuno y limosna, donde los fieles se adentran en un proceso de crecimiento personal y espiritual, buscando un cambio interior que los acerque más a Dios y a su prójimo.
La Cuaresma tiene una fuerte raíz bíblica. Los 40 días de este tiempo recuerdan los 40 años que el pueblo de Israel pasó en el desierto bajo la dirección de Moisés, así como los 40 días que Jesús pasó en el desierto antes de comenzar su vida pública.
Este número simbólico resalta la importancia de la preparación y la penitencia. El rito central del Miércoles de Ceniza, la imposición de las cenizas, tiene siglos de historia en la tradición cristiana.
Según la Enciclopedia Católica, los primeros cristianos solían cubrirse de ceniza como signo de penitencia pública, y no fue hasta el siglo XI que la Iglesia comenzó a instituir el acto de imponer cenizas en este día específico.
El gesto, que representa humildad y arrepentimiento, nos recuerda nuestra fragilidad y mortalidad, tal como señala el Directorio sobre la piedad popular y la liturgia: "El gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios".
Durante la misa del Miércoles de Ceniza, el sacerdote bendice las cenizas, que provienen de la quema de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior, y las impone en la frente de los fieles con las palabras: "Conviértete y cree en el Evangelio" o "Recuerda que eres polvo y al polvo has de volver".
Este acto simbólico invita a los cristianos a reflexionar sobre su vida, sus actos y su relación con Dios. La Cuaresma es también un tiempo de sacrificio.
El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno y abstinencia obligatoria para los católicos. Durante este período, los fieles deben abstenerse de comer carne los viernes y ayunar el Miércoles de Ceniza, como una forma de ofrecer sacrificios en preparación para la celebración de la resurrección de Cristo.
El Papa Benedicto XVI destacó que este gesto de la imposición de la ceniza permite una inmersión más profunda en el misterio pascual de Cristo, invitando a los creyentes a transformarse a través de su muerte y resurrección. "El compromiso de seguir a Jesús, de dejarnos transformar por su misterio pascual, nos permite vencer el mal y hacer el bien", afirmó Joseph Aloisius Ratzinger, siendo el 265º Papa de la Iglesia Católica desde el 19 de abril de 2005 hasta su renuncia el 28 de febrero de 2013.
La Cuaresma es, por tanto, un tiempo para mirar hacia adentro y hacia afuera, un tiempo para reflexionar sobre la vida y la muerte, un tiempo de misericordia que nos invita a ser mejores personas. En este camino de conversión, la oración, el ayuno y la limosna guían a los fieles en su preparación para celebrar la Pascua con un corazón renovado.
Aunque el Miércoles de Ceniza no es un día de precepto, la Iglesia insta a todos los fieles a participar en este ritual, un signo de humildad y penitencia que abre el corazón a la conversión y nos recuerda que, al igual que el polvo, estamos llamados a regresar a la tierra, pero con la esperanza de la resurrección.