Sociedad | Una misión del Comité Internacional de la Cruz Roja exhumará los sepulcros para establecer coincidencias con las muestras de ADN que aportaron 93 familias de soldados caídos en la guerra de Malvinas.
Con una mezcla de emociones, que van de la angustia a la esperanza, familiares de soldados caídos en la guerra de Malvinas aguardan con expectativa las tareas de identificación de 123 tumbas del cementerio de Darwin, desde esta semana a cargo de una misión del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), según lo acordado entre los gobiernos de Argentina y el Reino Unido.
A 35 años de la guerra y tras largas negociaciones entre ambos gobiernos -que comenzaron en el 2011- una misión de la CICR ya se encuentra instalada en las islas para comenzar entre hoy o mañana -si las condiciones climáticas lo permiten- la exhumación de 123 de las 237 tumbas que se encuentran en Darwin, las que llevan la leyenda “Soldado argentino solo conocido por Dios”.
“Siento un cúmulo de sensaciones: estoy contenta por un lado, con ansiedad y también pesar al recordar a mi madre que falleció hace 3 meses de tristeza por no haber podido llegar al final de este proceso que comenzó en 2011”, cuenta a Télam desde Chaco Norma Gómez, hermana del soldado Eduardo Gómez, y una de las 93 familias que aportó su muestra de ADN para lograr la identificación.
Chaco es la provincia que cuenta con mayor cantidad de familiares de muertos en Malvinas que dieron su consentimiento -un total de 22 de los 123- en tanto que dos familias de esa provincia se negaron a aportar su muestra genética.
Norma dice que confía “plenamente” en el trabajo de los forenses “de excelencia” que trabajarán en Darwin y que si se logra la identificación de los restos de su hermano respetará la decisión de su madre fallecida: que su cuerpo quede enterrado para siempre en las islas.
La mujer -que fue recibida en las últimas horas por el gobernador de Chaco, Domingo Peppo, junto a los otros familiares de la provincia- lamenta la falta de contención psicológica desde el gobierno nacional y todavía recuerda la primera vez que viajó a las islas en 1991 en el primer viaje de familiares tras la guerra del ‘82.
“Fue terrible, recién ahí nos enteramos que mi hermano no estaba identificado. Eso alimentó la esperanza de mi familia de que estuviera vivo en algún lugar y mi abuela murió con la ilusión de que no hubiera muerto en la guerra”, reflexiona.
Por su parte, María de la Caridad Reyes Lobos, hermana del soldado José Antonio Reyes Lobos, también ofreció el ADN de su familia y cuenta que está “muy emocionada ante la posibilidad de poder ver la tumba” de su hermano con su nombre.
“Lo siento como algo pendiente después de tantos años y tanto olvido después de la guerra”, dice María de la Caridad, que vive en Morón junto a su madre María de 79 años. “Ella está esperando que cierre este círculo para poder irse tranquila de este mundo”, dice.
Recuerda que cuando fueron a las islas en 1991 fue “muy chocante” enterarse en el mismo cementerio que la tumba de su hermano no estaba localizada.
“Nos separaron por grupos. Los de color violeta eran los NN. Fue muy chocante, no sabíamos donde colocar las flores, empezamos a deambular por el cementerio hasta que decidimos elegir una tumba”, sostiene la mujer.
“Fue como que le robaron la identidad. Nos vinimos muy tristes de Malvinas así que no dudamos en firmar el consentimiento y brindar nuestro apoyo al proceso de identificación desde el primer día”, dice y añade: “Esperamos darle la sepultura digna que se merece y cerrar este círculo que realmente angustia; es como un esperar constante porque al no tener una identidad uno, en el fondo, espera y esa espera mata”.