| La policía arrestó a diez residentes del kibutz Guésher Aziv, entre ellos un matrimonio, sospechosos de producir en un laboratorio casero y vender cocaína que recibían en forma líquida, y como "botellas de vino", desde la Argentina.
El proveedor de la cocaína líquida es un delincuente de ese país sudamericano, que la enviaba a una oficina del kibutz en Tel Aviv por medio de paquetes de dos y hasta cinco botellas por vez, informó hoy un oficial superior de la policía, Pini Aviram.
En declaraciones a la radio pública, Aviram dijo que el matrimonio, tres de sus hijos, un yerno y otros cuatro miembros del kibutz, que formaban la red de traficantes, obtenían entre 35 mil y 40 mil dólares por cada kilo de polvo de cocaína. Se los pagaban las bandas israelíes, que la fraccionaban y obtenían millones.
En la Argentina, indicó el oficial israelí, el costo por kilo es de 4 mil pesos, alrededor de 1.300 dólares.
La policía investiga si los sospechosos aprovecharon sus ganancias, calculadas por el oficial en "centenares de miles de dólares", para adquirir bienes inmuebles en Israel o el exterior.
Los sospechosos son Talia y Ron Dotán, ambos de unos cincuenta años -señaló Aviram-; sus hijos Idán y Zohar, su yerno Asaf Leibovich y una hija, y otros cuatro residentes en el kibutz. La madre es una ex maestra, y los hijos varones reservistas de unidades de combate de elite en el Ejército.
Dotán viajó a Buenos Aires por negocios, aparentemente por problemas económicos, al fracasar un restaurante suyo. Allí conoció al delincuente, no identificado, que se convirtió en su abastecedor, y que visitó al matrimonio en el kibutz -activo en la lucha contra las drogas- a fin de instruirlos sobre cómo producir la cocaína.
Las autoridades israelíes llegaron a los traficantes locales debido a una denuncia de la aduana de Alemania, cuyos funcionarios detectaron la existencia de la cocaína en las "botellas de vino".