Un tifón obligó al Papa a reducir su visita en una ciuda
| El Papa Francisco abrevió este sábado su visita a una región de Filipinas golpeada por un tifón debido a una tormenta.
En breves declaraciones no programadas, Francisco tomó el micrófono poco después de llegar a la principal catedral de la provincia de Leyte y dijo a una sorprendida multitud que tendría que marcharse a la 1 de la tarde, cuatro horas antes de lo previsto. "Me disculpo ante todos vosotros", dijo, hablando en italiano a través de un traductor. "Estoy triste por esto, verdaderamente triste". La tormenta tropical Mekkhala avanza a marchas forzadas hacia la zona, provocando lluvias durante la misa que dirigió el pontífice por la mañana, y se espera que toque tierra en la cercana isla Samar este sábado por la tarde o tras el anochecer, con vientos de entre 100 y 130 kilómetros por hora (60-80 millas por hora), indicó la oficina meteorológica filipina. El Papa dijo que los pilotos del avión de Philippine Airlines en el que viajaba le habían dicho que el clima empeoraría tras la 1 de la tarde. "Apenas tenemos tiempo de llegar al avión", dijo. Algunos de los sacerdotes, monjas y otras personas en la catedral expresaron su decepción, aunque la mayoría sin mal humor. Tras un rápido intercambio de regalos en el que Francisco recibió una imagen de madera de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, tallada de los escombros de una iglesia dañada por el tifón, su convoy se apresuró a llegar al aeropuerto de Tacloban. Francisco viajó al este de Filipinas para consolar a los sobrevivientes del devastador tifón Haiyan en 2013, soportando la lluvia y el fuerte viento de la tormenta que se aproximaba y admitiendo que era difícil encontrar las palabras adecuadas ante tanto dolor. "Muchos de ustedes lo perdieron todo", declaró Francisco a unos 150.000 fieles católicos reunidos antes de una misa bajo una persistente lluvia en un campo abierto cerca del aeropuerto de Tacloban, la ciudad donde el tifón Haiyan causó los mayores estragos. "No tengo palabras para ustedes, pero el Señor sí las tiene. Algunos de ustedes perdieron parte de sus familias. Sólo atino mantenerme en silencio. Yo camino al lado de ustedes con mi corazón en silencio". Muchos en la multitud lloraron durante el discurso de Francisco ante los recuerdos del temporal que el 8 de noviembre de 2013 destruyó aldeas enteras con vientos poderosos y olas de siete metros de altura (21 pies), con saldo de 7.300 personas muertas o desaparecidas.
Francisco exhibió su solidaridad con la multitud, y utilizó el mismo impermeable amarillo sobre su vestimenta como los que se distribuyeron entre los creyentes para que se protegieran de la tormenta.
El Papa suscitó una andanada de aplausos cuando dijo a la gente que había decidido visitar la ciudad, de 200.000 habitantes ubicada en la provincia oriental de Leyte, en los días inmediatamente posteriores a aquella tempestad. "Quería venir para estar con ustedes. Es un poco tarde, lo admito, pero estoy aquí", apuntó.
Francisco habló en su idioma natal, el español, para remarcar que lo hace con el corazón. El pontífice dejó a un lado su homilía preparada e improvisó una oración que comenzó: "Gracias, Señor, por compartir nuestro dolor. Gracias, Señor, por darnos esperanza..."
Cuando pronunciaba sus palabras, los vientos azotaban las cubiertas de la estructura del altar y amenazaban con tirar los candelabros. Los servicios de transbordador se suspendieron en Leyte, dejando varados a miles de viajeros, incluyendo algunos que querían ver al pontífice. Francisco está de visita en Filipinas tras detenerse en Sri Lanka esta semana.
El domingo está previsto que celebre la misa más señalada de su visita en el parque Rizal de Manila, donde se espera acudan hasta 6 millones de personas. Juan Pablo II reunió a un récord de 5 millones de personas a su misa final en Manila en 1995, y los organizadores creen que Francisco podría batir esa marca.
La seguridad ha sido más estrecha en este viaje de lo que se había visto antes durante su pontificado, aunque fuera de Manila pareció suavizarse un poco. Los celulares funcionaban en Tacloban y la presencia de la policía parecía ser menos intrusiva, aunque se dijo a los asistentes a la misa que no llevaran paraguas.
Fuente: AP.