| Una explosión y el posterior derrumbe deja al menos 274 muertos y unos 100 desaparecidos. Masivas manifestaciones de protesta estallaron en varias ciudades contra el primer ministro Erdogan.
El peor desastre minero en la historia de Turquía, que dejó hasta el momento 274 muertos y unos 100 desaparecidos, detonó ayer el malestar popular contra el gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan. La tensión social venía creciendo en los últimos meses, alimentada por hechos de corrupción y una inclinación más pronunciada de las autoridades hacia el islamismo, pero terminó de estallar ayer con la tragedia. Masivas manifestaciones surgieron espontáneas en Estambul, Ankara y otras ciudades, pese a la violenta represión que aplicó sistemáticamente la policía.
El desastre ocurrió el martes en una mina de carbón de Soma, en el oeste del país, y el origen habría sido una falla eléctrica en un transformador que generó a su vez una explosión y luego un incendio. Esto anuló los sistemas de ventilación, convirtiendo el lugar en una trampa mortal. Había más de 700 mineros a dos km bajo tierra cuando se produjo la explosión, y varios de ellos pudieron salir por sus propios medios. Otros 360 fueron rescatados, pero la gran mayoría murió por inhalación de monóxido de carbono.
Los sindicatos y un importante sector de la población responsabilizó al gobierno por la tragedia, a quien acusan de descuidar la seguridad en la industria minera y aplicar una política de privatización muy flexible. Erdogan viajó a Soma para demostrar presencia, pero se encontró con una nutrida manifestación de indignados familiares que repudiaron su llegada.
El mandatario rechazó las críticas y dijo que “los accidentes de trabajo ocurren en todo el mundo”. Como respuesta recibió un abucheo general e, inclusive, hubo intentos de agresión. La gente, mientras pateaba el vehículo en el que se encontraba el primer ministro pedía su renuncia a los gritos.
Erdogan terminó refugiado en un supermercado. Su guardia tuvo que quitar la chapa patente oficial a su coche para evitar que se convirtiera en blanco de la muchedumbre.
La rabia apenas contenida de los mineros se contagió a decenas de ciudades en el resto del país y se registraron fuertes choques policiales tanto en la capital, Ankara, como en Estambul y Esmirna. La represión, que fue feroz, dejó decenas de heridos y un número no determinado de detenidos.
Ya no queda esperanza de hallar sobrevivientes y todo indica que el total de muertos superará largamente los 300. El ministro de Energía, Taner Yildiz, detalló que la alta concentración de monóxido de carbono en el pozo impide a los equipos de rescate avanzar por la mina. Erdogan prometió una “investigación legal para clarificar las circunstancias” de lo ocurrido, pero se negó a adjudicar responsabilidades y describió el accidente minero como fortuito, comparándolo con otros que tuvieron lugar en el pasado.
Los gremios, en cambio, creen que la causa de la tragedia fue la corrupción y la falta de controles.
Cemalettin Sagtekin, miembro del Colegio oficial de Ingenieros y Arquitectos (TMMOB) denunció que las condiciones laborales de los mineros, que reciben salarios de apenas 400 a 500 euros, son paupérrimas. “La causa de las muertes es la ambición descontrolada de los patronos. Los ingenieros que deben hacer los controles regulares reciben su salario de la misma empresa”, señaló. “Esto no es un accidente. Es un crimen”, dijo por su parte Tayfun Görgun, presidente del sindicato minero Dev-Maden Sen. “No había muertos cuando estas minas pertenecían a TKI, la empresa estatal del carbón; las muertes empezaron con la privatización. No son accidentes, son asesinatos”, remató.
De hecho, Alp Gürkan, propietario de la empresa minera Soma Holding, responsable del pozo en el que se produjo el accidente, se había jactado hace dos años con la baja que hubo en los costos de explotación con la privatización de la mina en 2005. “Antes, sacar una tonelada de carbón tenía un costo de 130-140 dólares, y ahora nos hemos comprometido a hacerlo por 23,80 dólares”, había afirmado.
Varios de los mayores sindicatos del país convocaron a una huelga general para hoy, así como marchas de protesta en solidaridad con los fallecidos y contra las políticas económicas del gobierno.
Fuente: Clarín.