Sociedad | En los inicios del siglo XX en Basavilbaso, dado su composición poblacional mayoritariamente judía, el día sábado no se trabajaba dado que el Shabat era un día de guardar.
Especial de la Profesora Silvina Alejandra Pérez.
Hacia principios del siglo XX, Basavilbaso, dado su composición poblacional mayoritariamente judía, por arribo de la inmigración de la mano de la Jewish Colonization Association, tenía un rasgo distintivo que la diferenciaba del resto de la región, el día sábado no se trabajaba, por lo cual las casas comerciales que abrían sus puertas quedaban reducidas a quienes no pertenecían a este grupo social, sumergiéndose la comarca en la quietud pueblerina, dado que el Shabat era un día de guardar.
Siguiendo los preceptos religiosos y la tradición del judaísmo, la jornada era un día festivo, se paralizaban las actividades, era motivo de encuentro familiar, práctica de las tradiciones y de concurrencia a la sinagoga, ceremonia que se sustentaba en el relato bíblico de la creación (Génesis) que relata que el 7° día Dios descansó. “… no se amasaba el pan…No se lavaba ropa, ni se cosía ni se planchaba. En el campo no se araba” (Tierra de Promesas- Ediciones Nuestra Memoria. Pág. 289), el viernes por la noche la familia se reunía a la luz de las velas en torno a la mesa, compartiendo el pan.
Paralelamente al desarrollo del ferrocarril, este punto geográfico irá cambiando su fisonomía, transformándose en un epicentro confluyente de dos importantes ramales, lo que se tradujo en el progresivo movimiento económico y el crecimiento demográfico, que trajo como consecuencia el establecimiento de industrias y comercios de distinta índole.
A esto debemos sumarle la elevación de la categoría de la villa, constituyéndose en un municipio (de segunda categoría) con la creación de la Junta de Fomento en 1917, lo que contribuyó a que el pueblo experimentará un nuevo ordenamiento jurídico, sumado al surgimiento de instituciones de carácter cultural, social, comercial y deportivo, judías y “criollas” por denominarlo de alguna manera distintiva.
La actividad ferroviaria motorizaba la economía regional, incorporaba mano de obra y sostenía la actividad comercial, todo giraba en torno al gigante de acero.
En dicho año, el periódico "La Juventud" se hacía eco de una crítica dirigida al gobierno provincial, principalmente en la persona del Ministro de Gobierno Dr. Antonio Sargana (gobernación de Miguel Laurencena), quien permitía a través de una disposición ministerial a modo de excepción, la apertura del comercio basavilbasense los días domingos, fundada en motivos culturales y religiosos distintivos, dada la composición social judaica, poniendo de manifiesto que las comarcas vecinas se veían perjudicaba económicamente con la medida, ya que los colonos concurrían masivamente ese día Basavilbaso, y las otras poblaciones aledañas debían permanecer con sus casas comerciales cerradas, en cumplimiento de la Ley provincial de descanso dominical obligatorio, en detrimento de sus intereses comerciales.
Esto visto desde una sola óptica se tornaba una injusticia, ya que, si bien el gobierno beneficiaba a la colectividad judía, por un lado, por el otro perjudicaba al resto de las poblaciones aledañas.
También debemos hacer el análisis y a manera de hipótesis de que la Jewish, haya solicitado tal medida a las autoridades provinciales, dado las características de dicha inmigración y su costumbrismo y como refleja la noticia periodística, esto era una consecuencia que luego se vería en la práctica, no prevista desde el ámbito gubernamental.
Para ilustrarnos en el tema, debemos hacer mención a que en 1905 se sancionó la Ley nacional N° 4661 de descanso dominical, una normativa que tuvo su discusión parlamentaria, dado la disparidad de criterios de acuerdo a las actividades económicas y las distintas realidades del país, teniendo en cuenta la geografía y la idiosincrasia de la población con comunidades de inmigrantes.
Uno de los puntos de debate era acerca si el día de descanso obligatorio debía ser el domingo o hebdomadario (un día a la semana), primando la primera propuesta.
Ante la necesidad de emitir una ley de carácter general, finalmente se reconoció en el ámbito de la Capital de la Nación el derecho del descanso de los trabajadores el día domingo, el cierre de los comercios durante esa jornada, extendiéndose la prohibición a las casas de expendio de bebidas.
Al año siguiente la legislatura de Entre Ríos establece idéntica normativa, instituyendo la obligatoriedad del descanso dominical para todo el territorio provincial, mediante la Ley sancionada el 30 de octubre de 1906, estipulando que las infracciones se considerarían imputables a los patrones por medio de multas. Su reglamentación tendría en cuenta las necesidades de cada industria y gremio. (Archivo General de la Provincia de Entre Ríos).
Según atestigua el medio gráfico sobre la excepcionalidad que regiría para Basavilbaso, hace alusión a una resolución ministerial que autoriza el “descanso sabatino” para el comercio local, dado la presencia mayoritaria de inmigrantes y descendientes judíos, cuya cultura y costumbres religiosas respetan y preservan el día sábado como día de guardar.
“Esta concesión que perjudica, en suma, grandes intereses del comercio de los centros de población cercanos, está en contra de la disposición del art. 1° de la Ley de Descanso Dominical y solo satisface el espíritu religioso de una parte de la población. Los resultados de la inconsulta resolución el Ministro de Gobierno, no tardarían en palparse y así lo vienen experimentando el comercio de varios centros de población rural. El domingo ha podido palparse la afluencia de pobladores de 4 o 5 leguas a la redonda, atraídos ya que, en dicho punto, el comercio disfruta la excepción del descanso dominical y pronto será fácil encontrar las consecuencias perjudiciales que anotan los comercios rurales…El comercio de Mantero y Rocamora, Herrera y Líbaros, tiene el mismo derecho que el de Basavilbaso a la apertura de sus casas los domingos”. (La Juventud. 18-09-1917 -Resolución inconsulta. Protesta que se formaliza)
Cuando con posterioridad se crea el Centro Comercial, este atendía a sus asociados todos los días excepto el sábado, por los motivos ya vertidos, lo que ocasionaba la continua queja de sus autoridades a la jerarquía del Correo, reclamando el reparto de la correspondencia el día domingo, a lo cual no se le daba respuestas porque dicha repartición no trabajaba ese día.
A nivel local se ocasionaban diferencias con el jefe de la entidad postal local con algunos dirigentes comerciales, al no satisfacerse la petición de la entidad que nucleaba al comercio, estando conformado en sus inicios por representantes judíos.
La entidad postal no prestaba servicios los días domingos, ya que era el día de descanso establecido en la legislación. Lo cierto es que los colonos aprovechaban para proveerse de los elementos de primera necesidad, luego de recorrer amplias distancias por caminos de tierra, en los almacenes de ramos generales, donde se vendían una importante variedad de productos, desde alimentos hasta kerosene.
Generalmente las familias de la colonia compraban “a cuenta” de futuras cosechas, “con libreta”, quedando registradas las compras para el comerciante en los libros utilizados a tales efectos. El cliente una vez que percibían la ganancia, producto de la comercialización, la entregaban para saldar sus deudas y obtener nuevamente el crédito.
También se intercambiaban productos traídos del campo por otros elaborados o que no se realizaban en el ámbito rural.
La visita al “pueblo” para realizar compras era todo un acontecimiento familiar, las que muchas veces se veía dificultadas o suspendidas por el mal tiempo, ya que los caminos se tornaban intransitables, al no encontrarse abovedados, con presencia de varios pantanos en breves trechos del viaje. Carros y sulkis quedaban atascados, demorando para llegar hasta cuatro horas, tirados de caballos.
Según testimonios orales, una de las principales arterias por medio de la cual se accedía al pueblo era la calle Ramírez.
Las familias de las distintas Líneas (Colonias) arribaban al pueblo para abastecerse por algún tiempo, hasta el próximo viaje.
Un popular almacén de ramos generales fue el de don Enrique Zingg, inmigrante suizo alemán que estableció su reconocido comercio en la actual Avenida Presidente Perón, a pasos de la primitiva estación (casi avenida San Martín), una de las construcciones más antiguas que se conserva, el cual contaba con un sótano, para mantener frescos aquellas mercaderías que lo necesitaban.
La construcción de una sociedad conformada por distintas culturas ha tenido encuentros y desencuentros, adaptaciones al medio, el sello particular de aquellos hombres e instituciones que nos precedieron. A lo largo de los años han quedado las huellas de ese pasado que iremos descubriendo a medida que vayamos descorriendo el telón. Sigamos develando curiosidades de esta tierra amada que nos cobija.