| "La barca de la Iglesia no es mía", declaró Benedicto XVIen su última audiencia general. Una multitud de 150 mil personas lo aclamó en la Plaza de San Pedro, de la que despidió como Papa.
“No abandono la cruz. Estoy verdaderamente conmovido y veo a la Iglesia viva”. Así, y ante una multitud de 150 mil personas que lo aclamaba en la Plaza de San Pedro, se despedía Benedicto XVI.
"Di este paso en plena conciencia de su gravedad y también novedad, pero también con una profunda serenidad de ánimo", añadió el Papa y mencionó "las aguas agitadas" que marcaron sus ocho años de pontificado. Advirtió que "Dios no dejará que la Iglesia se hunda”. “No me he sentido jamás solo, gracias”, aclaró.
Asimismo, afirmó: "Tengo una gran confianza porque la comunidad de creyentes escucha y acoge la palabra de Dios". El Papa hablaba desde la ventana de su estudio del tercer piso del Palacio Apostólico y desde abajo la gente, muchos en lágrimas, agitaban pañuelos y carteles, le gritaba: “No estás solo, nunca te olvidaremos”.
La última audiencia general de los miércoles sirvió como gran despedida pública de Joseph Ratzinger, que el lunes 11 de febrero anunció su renuncia “porque no tengo fuerzas para seguir”.
Joseph Ratzinger aludió a los conflictos interiores que lo castigaron al afirmar en sul discurso que “en estos últimos años el camino de la Iglesia tuvo momentos de alegría pero también momentos no fáciles”, en los cuales “las aguas eran agitadas, el viento contrario y el Señor parecía dormir”. “Siempre he sabido que en aquella barca está el Señor, la barca de la Iglesia no es mía. El Señor me ha siempre guiado”, dijo al recordar su elección como 265mo. sucesor de San Pedro el 19 de abril de 2005.
Recordó además que “en los últimos meses las fuerzas habían disminuido” y “pedí al Señor que me iluminara” para “tomar la decisión más justa por el bien de la Iglesia”. “No regreso a la vida privada”, dijo después. No hará “una vida de viajes, encuentros, conferencias. En el servicio de la oración continuaré, por así decir, en el recinto de San Pedro”.
A los fieles les dijo que está "seguro del abrazo de vuestra comunión”. Y agregó: “No abandono la cruz pero sigo en la cruz de un modo nuevo”. El Papa saludó más tarde a las personalidades presentes en el Palacio Apostólico.
Mañana, tras despedirse de los cardenales, a las 17 hora local (11 de la mañana en la Argentina), partirá en helicóptero a Castelgandolfo, 30 kilómetros al sur de Roma. En la residencia estival pontificia, que es también territorio vaticano, aparecerá en el balcón del “palazzo” que da sobre la plaza del pueblo para saludar por última vez como pontífice a los fieles presentes y a un millar de periodistas que se han acredito para esta aparición final del Papa.
Benedicto XVI vivirá “en la oración y el ocultamiento” del resto del mundo, en el “desierto evangélico” de Castelgandolfo durante dos meses. A fines de abril se trasladará al Vaticano a un monasterio que está siendo preparado, y en el que residirá.
A las 20 de mañana el cardenal camarlengo, a cargo de los asuntos corrientes de la Iglesia en la transición del Papa que se va y el nuevo pontífice, entrará en los apartamentos pontificios acompañado por otros altos prelados, para cerrar herméticamente el lugar.
En ese momento Benedicto XVI no será más Sumo Pontifice y recibirá el título honorario de Papa Emérito. Desde ese momento comenzará la llamada sede vacante y probablemente desde el viernes o el lunes comenzarán las congregaciones generales cotidianas de los cardenales de todo el mundo que están llegando a Roma y en las que se tratarán los principales problemas de la Iglesia, que enfrenta una crisis a raíz de la renuncia del Papa. Los 115 cardenales electores menores de 80 años, deben decidir la fecha de comienzo del Cónclave para elegir al sucesor de Joseph Ratzinger. Se estima que el inicio de la asamblea del Sacro Colegio en la Capilla Sixtina, donde se votará, será fijado para entre el 9 y 11 de marzo.