Murió Inmaculada tras serle retirado el respirador
| La mujer española de 51 años que padecía distrofia muscular progresiva falleció luego de que le retiren la unidad de ventilación mecánica que la mantenía "artificialmente con vida".
Echevarría murió a las 21.00 horas, acompañada de su equipo médico habitual aunque no en el centro en el que vivió en los últimos diez años, el Hospital de San Rafael de Granada, ya que su dirección, de la orden de San Juan de Dios, optó por el traslado, al parecer por la presión de las opiniones contrarias de ciertos sectores religiosos.
Según confesó, en la cama de ese hospital en la que permanecía postrada por la distrofia muscular progresiva que padecía, recibió muy pocas visitas, y finalmente pudo ser el escenario del fin de una lucha que, para muchos, ha sentado precedentes en España.
Inmaculada Echevarría Ramírez, nacida en Navarra hace 51 años, tuvo que superar momentos muy difíciles a lo largo de su vida, que pudieron influir en su decisión final: a los once años le diagnosticaron la dolencia que después la dejaría tetrapléjica; su marido murió en un accidente de tráfico y, al verse sola e impedida, dio en adopción a su hijo de ocho meses.
Según confesó, desde los 29 años tuvo claro que quería morir, aunque no fue hasta el pasado 20 de noviembre cuando formuló la petición oficialmente.
Su hijo biológico, de 26 años, conoció la noticia y se ofreció entonces a llevarla a su casa en Zaragoza y cuidar de ella, pero para Inmaculada, que le había conocido dos años antes y que apenas mantenía contacto con él, ya no había marcha atrás.
Su primer paso fue afirmar el 18 de octubre del 2006 en una rueda de prensa multitudinaria, con su débil voz llena de convicción, que «no es justo vivir así», que su vida era «soledad, vacío y opresión» y que «nadie tiene que meterse» en su decisión «libre» de morir sin dolor.
De esta petición se dio traslado a la Delegación Provincial de Salud en Granada y al Hospital San Rafael y, poco después, firmó el testamento vital en el que dejaba constancia de que no quería que su vida se prolongase por medios mecánicos.
Activada la maquinaria administrativa, el Comité Autonómico de Ética de la Junta de Andalucía consideró que el caso se encuadraba en una limitación del esfuerzo terapéutico, un derecho reconocido en la Ley de Autonomía del Paciente, tal como sostuvo desde el principio la Asociación Derecho a Morir Dignamente, que la ha apoyado en todo el proceso.
A instancias de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, se pronunció el Consejo Consultivo, cuya Comisión Permanente sostuvo que se trataba de eutanasia pasiva indirecta, por lo que los médicos que cumpliesen la petición de Inmaculada no cometerían ninguna acción punible, según la Ley de Autonomía del Paciente y la Ley de Salud de Andalucía.
Ambos dictámenes fueron examinados por las direcciones de los hospitales San Rafael y Clínico San Cecilio de Granada, que determinaron que Echevarría moriría tal como pidió.
Sus restos mortales serán incinerados posiblemente mañana, viernes, en el cementerio municipal, a cuyo tanatorio fueron trasladados anoche. Uno de sus amigos, que la apoyó desde el principio, acompañó sus restos hasta el cementerio.