Los restos de Nelson Mandela ya descansan en su tierra natal
| Los restos del expresidente Nelson Mandela ya descansan en su tierra amada de Qunu, la aldea donde creció, y que desde ahora lo albergará para siempre junto a sus tres hijos Thembekile, Makgato y Makaziwe, también fallecidos. Solo unas 450 personas participaron de la emotiva ceremonia.
Sólo 450 de los 4500 invitados al funeral de Mandela presenciaron en persona el descenso del ataúd al lugar de su último descanso. Qunu, el resto de Sudáfrica y los centenares de periodistas extranjeros debimos seguirlo por la transmisión de la TV estatal (SABC).
El entierro del exproscripto, prisionero, líder de la lucha contra un régimen racista y premio Nobel de la Paz, tuvo toda la solemnidad y los honores de un gran estadista y comandante militar.
Mientras helicópteros con banderas sudafricanas sobrevolaban el lugar y cazas de la aviación dejaban estelas de humo blanco, los residentes de Qunu sólo pudieron ver por la televisión estatal, al igual que todos nosotros, cómo la nueva Sudáfrica decía adiós, en un día soleado y cálido muy distinto al de ayer, a un líder que hoy fue conmemorado también por históricos luchadores -algunos hoy presidentes- de Africa.
Durante los discursos que ellos y los políticos sudafricanos dieron en la capilla ardiente, y que fueron transmitidos en directo, no sólo se recordó a Madiba como persona.
También y fundamentalente se lo recordó como representante de una generación de luchadores antiapartheid y anticolonialistas, de los que se hizo expresa mención, y como el hombre que encontró el camino para unir un país partido en su alma por el racismo institucionalizado del apartheid.
El operativo de seguridad montado en esta pequeña aldea rodeada de montañas, en cuyas alturas pueden divisarse como si estuviesen sembrados los camiones de exteriores y sus antenas satelitales de las principales cadenas televisivas del mundo, impidió que todo aquel que no fuese invitado logre atravesar la ruta de acceso un kilómetro antes de Qunu.
Fue pedido expreso de la familia y también por una cuestión organizativa, ya que sólo de invitados especiales llegaron desde ayer 4.500 invitados que desbordaron las posibilidades de esta pequeña aldea convulsionada de gente que deseaba darle el último adios al padre de la nueva Sudáfrica.