| Dijo que las fuerzas armadas deben prepararse para "otro round"; afirmó que Irán y Siria siguen enviando armas a Hezbollah.
Un día después de la incursión en el valle de Bekaa, que costó la vida a un oficial israelí y a tres combatientes de Hezbollah, Israel advirtió ayer que volverá a atacar en el Líbano si la organización terrorista chiita no se desarma, en medio de una tregua cada vez más frágil y de las dificultades de la ONU para formar una fuerza internacional de paz, capaz de hacerse cargo del control del territorio.
Reflejando el creciente temor a una nueva escalada bélica, el enviado especial de la ONU, Terje Roed-Larsen advirtió ayer que si la tregua vuelve a ser violada, la región podría caer nuevamente "en un abismo de violencia y masacres". Su declaración vino tras una jornada cargada de acusaciones cruzadas y amenazas, en la que el gobierno israelí advirtió que podría volver a atacar en territorio libanés para impedir el suministro de armas por parte de Siria e Irán a Hezbollah.
Esa tarea, que según la resolución 1701 de la ONU debe estar reservada al ejército regular del Líbano desplegado en el sur del país y a una fuerza internacional de paz, es el punto más áspero y el que más pone en peligro la tregua.
Por un lado, la ONU no consigue reclutar una fuerza numerosa capaz de desplegarse en la región. Por otro, Israel desconfía de la capacidad del ejército regular del Líbano para contener a Hezbollah y sabe que el peligro está latente. "Ganamos la guerra por puntos, pero no por knock out", admitió ayer el polémico jefe del ejército israelí, Dan Halutz.
El resultado es que las tropas israelíes no terminan de replegarse a su país, lo que mantiene muy alto el riesgo de que la situación se salga de control.
De hecho, ayer -día en que se puso en marcha la comisión investigadora sobre la guerra- el ministro de Defensa de Israel, Amir Peretz, dijo que las fuerzas armadas deben prepararse "para un segundo round" contra Hezbollah. Afirmó, además, que Israel impedirá el despliegue del ejército libanés en la zona más próxima a la frontera mientras no cuente con el apoyo de una fuerza multinacional.
Y, casi al mismo tiempo, el ministro de Medio Ambiente, Gideon Ezra -considerado uno de los hombres más cercanos al premier, Ehud Olmert- advirtió que "mientras el ejército libanés o las fuerzas internacionales no hayan sido desplegadas [en el sur del Líbano], las fuerzas armadas israelíes no cesarán en sus misiones para impedir el traslado de armas desde Siria [para Hezbollah]".
En medio de esta renovada tensión a ambos lados de la frontera, los aviones de guerra israelíes volvieron a realizar vuelos intimidantes sobre el valle de Bekaa, un bastión de Hezbollah, aunque sin lanzar nuevos ataques.
Por su parte, el gobierno libanés intentó esbozar algo de la firmeza que le reclama la comunidad internacional y afirmó que actuará con "dureza" con cualquier grupo que rompa la tregua con Israel.
Según los analistas, fue un claro mensaje a Hezbollah, una advertencia para que la organización terrorista no responda al ataque israelí de anteayer, que según el propio secretario general de la ONU, Kofi Annan, fue una violación del cese del fuego. Sin embargo, muchos dudan de la real capacidad del ejército libanés para contener a los combatientes del Partido de Dios.
"Cualquier violación [a la tregua], cualquier misil que pueda dar a Israel una justificación para atacar al Líbano será tratado con severidad", dijo el ministro de Defensa libanés, Elías Murr.
Sin embargo, el canciller libanés, Fausi Salluch, predijo que la tregua volvería a ser violada. "Los israelíes no respetan en absoluto los acuerdos internacionales y la violación del armisticio [del sábado] no será la última", dijo ante los cancilleres de la Liga Arabe reunidos en El Cairo.
Por su parte, el premier libanés, Fouad Siniora, acusó a Israel de haber perpetrado "un crimen contra la humanidad", en sus 33 días de ofensiva que provocaron más de 1300 muertos en el Líbano.
La llave para superar uno de los momentos más delicados de la crisis desde la implantación de la tregua, hace exactamente una semana, la tiene la ONU. Pero, por el momento, se presenta complicada.
Europa, que debería aportar una cantidad significativa de la fuerza de 15.000 hombres que intenta juntar la ONU, no termina de definir su contribución. Por eso Francia -que sólo contribuyó con 200 militares que comenzaron a llegar ayer al Líbano- pidió a la Unión Europea una reunión para que, durante esta semana, "los diferentes países definan su aporte".
Por su parte, el gobierno israelí -que ayer solicitó a Italia que se hiciera cargo del delicado control fronterizo entre el Líbano y Siria- se negó a aceptar en la fuerza internacional la presencia de militares de países con los que no mantiene lazos diplomáticos, lo que complica aún más el panorama. De esa manera, quedarían afuera Bangladesh, Indonesia y Malasia, tres Estados musulmanes, de entre los muy pocos que comprometieron hasta el momento su participación.
Fuente: agencias AFP, Reuters, AP y ANSA. diario La Nación.