| Los equipos de rescate se enfrentan a una lucha contrarreloj para tratar de encontrar supervivientes entre los escombros de la ciudad de Yogyakarta, que ayer resultó prácticamente arrasada por un terremoto de 6,2 grados en la escala de Richter. El Gobierno indonesio ha solicitado ayuda internacional para hacer frente a la situación y ha elevado la cifra de muertos hasta los 4.611.
Tras la primera evaluación in situ de los daños provocados por el terremoto, el Gobierno indonesio ha hecho un llamamiento de petición de ayuda al tiempo que ha reconocido que la cifra de fallecidos se eleva ya hasta los 4.611, según el último recuendo del Ministerio de Asuntos Sociales.
La isla de Java, el área afectada por el seísmo, está densamente poblada y las autoridades creen que aún quedan muchas personas bajo los escombros. "Nuestra prioridad ahora mismo es localizar a las víctimas que todavía se encuentran atrapadas", afirmaba a una televisión local Gendut, uno de los responsables de los servicios de emergencia locales de la ciudad. Todo vale para sacar a personas de entre los restos de edificios: excavadoras, grúas y hasta las manos desnudas. Sólo en Yogyakarta unos 4.000 edificios se han derrumbado tras el terremoto.
Además, los servicios de emergencia se encuentran con otro grave problema: el elevadísismo número de heridos -más de 20.000, según el portavoz de Unicef-, que abarrota todos los hospitales locales. La gente se amontona en los pasillos, la recepción e incluso en las aceras de las calles cercanas a los centros médicos. La Cruz Roja local ha levantado seis hospitales de campaña en diferentes puntos de la ciudad, mientras que camiones del ejército recorren las calles de las localidades más afectadas para recoger y trasladar a los heridos.
Y si la sitaación es complicada en Yogyakarta -considerada la capital cultural del país-, no lo es menos en las otras localidades cercanas al epicentro del seísmo. En Bantul prácticamente "no ha quedado una casa en pie", según algunos testigos citados por medios locales, mientras que en Plesetan miles de personas se agolpan al paso de los camiones del ejército para conseguir agua, comida o refugio. Otros pueblos han quedado aislados, al resultar seriamente dañadas las carreteras de la región.