Política | El papa argentino se convirtió en este tiempo en un líder global y consiguió transformar la Iglesia para hacerla más inclusiva.
Ya pasaron tres años desde aquel histórico saludo desde el balcón que da a la histórica plaza San Pedro. En ese tiempo, el papa Francisco se convirtió en un líder global y consiguió transformar la Iglesia para hacerla más inclusiva, misericordiosa y cercana a los descartados por un sistema económico mundial que, advirtió, “no se aguanta”.
No sin sobresaltos, el Papa de los gestos buscó, desde aquel 13 de marzo de 2013, desarrollar su proyecto de renovación tendiente a “una Iglesia pobre y para los pobres”, misionera y que no se encierra en la sacristía, sino que sale al encuentro del que sufre en las periferias existenciales.
El proyecto revolucionario de Jorge Bergoglio no pasó inadvertido en el mundo y obligó a los cristianos a cambiar y a ser más coherentes con el mensaje evangélico, para acompañar a Francisco en su prédica pacifista, del cuidado del medio ambiente, de cercanía con las víctimas de las esclavitudes modernas de la droga, la trata de personas y el trabajo esclavo, y en la lucha contra las desigualdades sociales, el narcotráfico y la corrupción.
Francisco, el 266º sucesor de San Pedro, primer papa latinoamericano y el primero jesuita “con corazón franciscano”, afrontó su pontificado dando muestras de cercanía y sencillez, pero con grandes retos.
A poco de ser elegido, nombró a un grupo de ocho purpurados para estudiar la reforma de la Curia. Después creó una comisión para reformar la estructura económica de la Santa Sede.
Al frente de un programa de reformas destinado a simplificar y dotar de transparencia las instituciones vaticanas, creó también una comisión para reformar el Instituto para las Obras de Religión (IOR), el llamado banco del Vaticano, envuelto desde hace años en escándalos financieros.
En febrero de 2014 constituyó además la Secretaría de Economía, encargada de gestionar todas las actividades económicas de la Santa Sede. Ha convocado dos sínodos de obispos sobre la familia.
Para continuar con la política de “tolerancia cero” iniciada por Benedicto XVI contra los abusos sexuales a menores, instituyó una comisión específica para prevenir estos casos, y mediante un Motu Proprio, aprobó la reforma del código penal de la Santa Sede, que refuerza sanciones contra la pederastia.
En su primer año de pontificado, publicó su primera encíclica, “Lumen fidei” (Luz de la fe), que aunque escrita en su mayor parte por su antecesor Benedicto XVI, él completó.
A esta le siguió “Laudato Si” (Alabado seas), de 2015, primer texto pontificio sobre ecología, en el que plasmó su preocupación por el medio ambiente.
Decisivas han sido sus intervenciones en el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, a fines de 2014, así como en el actual diálogo entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), conflictos con más de medio siglo de enemistades, tensiones y enfrentamientos.
Además, en un gesto histórico, en 2014 fue anfitrión de una inédita plegaria por la paz para Medio Oriente, junto al Presidente israelí, Simon Peres, y el palestino, Mahmud Abbas.
En uno de sus 10 viajes dentro de Italia, el que le llevó a Calabria, excomulgó a los mafiosos. Pero realizó también una docena de viajes internacionales, cuatro de ellos a su tierra latinoamericana.
Camino a México, en febrero de 2016, hizo escala en el aeropuerto de La Habana, donde se encontró con el Patriarca Ortodoxo Kiril. Fue la primera vez que los jefes de ambas iglesias se reunieron, mil años después del Gran Cisma de 1054.
Francisco también es un papa de récords. El primero lo marcó al proclamar 802 santos en su primera ceremonia de canonizaciones, dos meses después de ser elegido papa.
Y es también el primer papa que canonizó a dos pontífices al mismo tiempo, a Juan XXIII y a Juan Pablo II, el 27 de abril de 2014.