| Hace un año el por entonces Cardenal Jorge Bergoglio era elegido como jefe de la Iglesia Católica. Decidió llevar el nombre de Francisco y se convirtió en el primer Papa americano de la historia y el primero no europeo desde el siglo VIII.
Hoy, con 77 años, Bergoglio es Francisco, un líder mundial que sacudió la modorra de un planeta todavía atontado por la crisis del capitalismo financiero detonada en 2008. Francisco es emblema de esperanza por sus gestos de sencillez y porque desde el minuto uno abogó por “una Iglesia pobre y para los pobres”.
“La pobreza se aprende con los humildes, los enfermos y con todos aquellos que están en las periferias existenciales de la vida. La pobreza teórica no nos sirve”, afirmó apenas asumió en su encuentro con los periodistas acreditados ante la Santa Sede. Esa definición aún resuena en los oídos de los desposeídos tercermundistas de siempre, pero también en una Europa estragada por las políticas de ajuste, el desempleo y la segregación racial.
Francisco pasará el jueves el primer aniversario de su elección celebrando ejercicios espirituales fuera del Vaticano y no hay previsto ningún acto que recuerde aquella tarde cuando fue elegido tras un cónclave breve y cuyos secretos se han ido poco a poco develando.
Mientras Francisco está desde el domingo retirado en Ariccia (a unos 30 kilómetros de Roma) junto con el resto de cardenales y obispos de la Curia para una semana de oraciones y reflexiones durante la Cuaresma, aquel "Hermanos y hermanas, buenas tardes" que resonó en la Plaza de San Pedro, en la tarde argentina del 13 de marzo, se escucha desde hace días en todos los medios de comunicación.