| A partir de este 6 de mayo, Nicolas Sarkozy pasó a ser el sexto jefe de Estado de la V República francesa y el hombre que promete dar la vuelta al sistema y cambiar el país de arriba a abajo. "Yo no quiero unir a los partidos, sino a los franceses, más allá de diferencias partidarias, apoyándome en valores y en convicciones", estimó estos días.
Treinta años de trabajo sin límites, de ambición mal contenida, de propuestas polémicas y de revolución de la vida política francesa dieron sus frutos el domingo y el candidato conservador Nicolas Sarkozy, de 52 años, hizo realidad su ambición de convertirse en presidente.
Es la "Francia de después", como la ha llamado en su campaña, que se hará una realidad porque "Juntos todo será posible", como rezaba su lema.
Invulnerable, hábil comunicador, carismático, provocador e hiperactivo: Nicolas Sarkozy no deja indiferente a nadie y toda la clase política reconoce su innegable valía e impresionante energía.
El nuevo presidente de Francia desea ser el hombre de la "ruptura", el "portavoz del pueblo" y el político que saque a Francia de la crisis social y económica en la que se halla inmersa. Su programa detallado, concreto y viable es la receta para lograrlo.
Sarkozy promete un nuevo modelo de sociedad basado en el valor del trabajo, el orden, la moral y el respeto a la autoridad.
Durante su campaña ha criticado sin pelos en la lengua la "herencia de mayo del 68" francés, causa del actual declive del país, ha defendido la identidad nacional y el orgullo de ser francés, ha lanzado ideas muy criticables sobre inmigración y ha descripto con detalle la mano dura que aplicará para luchar contra la delincuencia y la inseguridad.
La Francia que quiere Sarkozy es la Francia que quieren la mayoría de los ciudadanos de este país, hartos del laxismo, la indiferencia y la falta de realismo de sus dirigentes, sean de derecha o de izquierda.
Pero para sus detractores, el líder de la derecha es un hombre que inspira miedo, totalmente inestable y brutal, que no tiene capacidad para presidir Francia pese a que se preparó para ello durante 30 años.
Hijo de una abogada francesa y un inmigrante húngaro, Sarkozy, abogado de formación, tiene una experiencia de 30 años de vida política.
A los 19 años ya dirigía las juventudes de la derecha francesa, a los 20 pronunció un discurso que dejó con la boca abierta a todos los viejos lobos de la derecha y con menos de 30 fue elegido alcalde de Neuilly-sur-Seine, una ciudad burguesa de las afueras de París.
"Es un hombre que quiere ser el primero siempre y en todas partes y servirse de los demás para conseguirlo. No soporta que le contradigan", afirma Lucienne Buton, concejal socialista de Neuilly-sur-Seine, donde hizo oposición a Sarkozy durante casi dos décadas.
La carrera a la presidencia de este político se inició realmente cuando asumió el liderazgo del partido Unión por un Movimiento Popular (UMP), en 2004.
En los últimos meses, Sarkozy ha conseguido una ola de adhesión inusitada en su partido y logró apoyos simbólicos de la izquierda, el centro y la extrema derecha.
En marzo consiguió también un tibio respaldo del actual presidente, Jacques Chirac. Sus malas relaciones con el jefe de Estado se remontan a 1995, cuando Sarkozy lo traicionó defendiendo la candidatura de Edouard Balladur en las presidenciales en las que Chirac resultó finalmente vencedor.
No obstante, Sarkozy se recuperó poco a poco de este resbalón y consiguió reintegrarse en la vida política.
Fue ministro de Interior desde 2002 hasta marzo de 2007 (con una interrupción de varios meses en los que fue titular de Economía), donde dio una idea de cómo será su presidencia.
Sus declaraciones durante la violenta revuelta en los suburbios de París en noviembre de 2005, cuando llamó "escoria" a sus jóvenes habitantes, las afirmaciones despectivas hacia los musulmanes y su forma "elitista" de hacer campaña lo han convertido en "persona non grata" en estos suburbios donde la exclusión es dramática.
La única mancha en esta carrera fulgurante del candidato de la UMP hacia la presidencia ha sido la crisis matrimonial con su segunda esposa, Cecilia, de origen español, con quien tiene un hijo.
Oficialmente la pareja sigue existiendo, pero los rumores sobre su verdadera situación se multiplican. El candidato prometió explicarse al respecto "después de las elecciones".
Fuente: AFP.