| El el aeropuerto internacional Ben Gourion de Tel Aviv el Papa fue recibido por el Presidente de la República de Israel, Shimon Peres y por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu. Francisco afirmó que "construir la paz es difícil, pero vivir sin paz es un tormento".
Tras los honores militares, escuchar los himnos nacionales y las palabras del presidente de la República y el primer ministro, el Papa pronunció su discurso.
Francisco manifestó su "deseo que esta Tierra bendita sea un lugar en el que no haya espacio alguno para quien, instrumentalizando y exasperando el valor de su pertenencia religiosa, se vuelve intolerante o violento con la ajena".
El Papa inició su discurso afirmando que “como saben, vengo como peregrino 50 años después del histórico viaje del papa Pablo VI. Desde entonces cambiaron muchas cosas entre la Santa Sede y el Estado de Israel: las relaciones diplomáticas, que desde hace 20 años se establecieron entre nosotros, favorecieron cada vez más intercambios buenos y cordiales, como atestiguan los dos Acuerdos ya firmados y ratificados y el que se está fraguando en estos momentos”.
El Santo Padre resaltó que “todos sabemos que la necesidad de la paz es urgente, no sólo para Israel, sino para toda la región” por lo que instó a “que se redoblen, por tanto, los esfuerzos y las energías para alcanzar una resolución justa y duradera de los conflictos que han causado tantos sufrimientos”.
“Junto a todos los hombres de buena voluntad, suplico a cuantos están investidos de responsabilidad que no dejen nada por intentar en la búsqueda de soluciones justas a las complejas dificultades, de modo que israelíes y palestinos puedan vivir en paz”.
El Papa aseguró asimismo que “es necesario retomar siempre con audacia y sin cansarse el camino del diálogo, de la reconciliación y de la paz. No hay otro camino. Así pues, renuevo el llamamiento que Benedicto XVI hizo en este lugar: que sea universalmente reconocido que el Estado de Israel tiene derecho a existir y a gozar de paz y seguridad dentro de unas fronteras internacionalmente reconocidas”.
“Que se reconozca igualmente que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente. Que la ‘solución de los dos Estados’ se convierta en una realidad y no se quede en un sueño”, destacó.
Francisco explicó que “tras las huellas de mis Predecesores, llego como peregrino a Tierra Santa, escenario de una historia plurimilenaria y de los principales acontecimientos relacionados con el nacimiento y el desarrollo de las tres grandes religiones monoteístas, el judaísmo, el cristianismo y el islam; por eso, es un punto de referencia espiritual para gran parte de la humanidad”.
“Deseo que esta Tierra bendita sea un lugar en el que no haya espacio alguno para quien, instrumentalizando y exasperando el valor de su pertenencia religiosa, se vuelve intolerante o violento con la ajena”, indicó.
Como dijo en la Misa en la Plaza del Pesebre de Belén en Palestina, el Santo Padre reiteró su invitación, que ya fue aceptada por ambos líderes, para que quienes guían los destinos de Palestina e Israel recen junto a él por la paz: "Deseo hacerle una invitación a usted señor presidente y al señor presidente de Palestina Mahmoud Amas para rezar por la paz".
"Ofrezco mi casa en el Vaticano para acoger este encuentro de oración. Tantas personas construyen la paz con gestos pequeños. Muchos sufren y soportan pacientemente tantos intentos de construirla, y todos, especialmente aquellos que se pusieron al servicio de sus propios pueblos, tenemos el deber de hacernos instrumentos y constructores de paz, ante todo, a través de la oración".
El Papa dijo finalmente que "construir la paz es difícil, pero vivir sin paz es un tormento. Todos los hombres y mujeres de esta tierra, en el mundo entero, nos piden que llevemos delante de Dios su ardiente aspiración por la paz"
El Papa Francisco pidió a Dios que nunca más ocurra un crimen como la Shoah (Holocausto judío) y que se promueva una cultura de inclusión en donde no exista el antisemitismo, ni la discriminación o la intolerancia.
En su discurso el Santo Padre dijo que “un momento especialmente intenso de mi estadía en su país será la visita al Memorial de Yad Vashem, en recuerdo de los seis millones de judíos víctimas de la Shoah”.
Esto, dijo el Papa, es una “tragedia que se convirtió en símbolo de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre cuando, alimentada por falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de la persona, que merece respeto absoluto independientemente del pueblo al que pertenezca o la religión que profese”.
“Pido a Dios que no suceda nunca más un crimen semejante, entre cuyas víctimas se cuentan también muchos cristianos y otras personas. Sin olvidar nunca el pasado, promovamos una educación en la que la exclusión y la confrontación dejen paso a la inclusión y el encuentro, donde no haya lugar para el antisemitismo, en cualquiera de sus formas, ni para manifestaciones de hostilidad, discriminación o intolerancia hacia las personas o los pueblos”.
El Santo Padre saludó luego a “los Obispos y a los fieles laicos cristianos aquí presentes dirijo mi saludo fraterno y cordial. Los animo a proseguir con confianza y esperanza su sereno testimonio a favor de la reconciliación y del perdón, siguiendo la enseñanza y el ejemplo del Señor Jesús, que dio la vida por la paz entre los hombres y Dios, entre hermano y hermano. Sean fermento de reconciliación, portadores de esperanza, testigos de caridad. Sepan que están siempre en mis oraciones”.
“Señor presidente, señor primer ministro, señoras y señores, les agradezco nuevamente su recibimiento. Que la paz y la prosperidad desciendan abundantemente sobre Israel. Que Dios bendiga su pueblo con la paz. ¡Shalom!”, concluyó.
Fuente: AICA.