El Papa elogió a la mujer paraguaya por su confianza puesta en
| El Papa Francisco presidió una multitudinaria misa en la explanada del santuario de la Virgen de los Milagros de Caacupé, en la homónima localidad de la sierra paraguaya, ante miles de fieles que se concentraron desde la noche anterior para estar cerca del obispo de Roma y demostrarle su cariño.
Luego de visitar un hospital pediátrico en la localidad de San Lorenzo, cercana a Asunción, Francisco fue llevado hasta Caacupé, distante a unos 50 kilómetros de la capital paraguaya, en un vehículo cerrado. Seis kilómetros antes del santuario, el Pontífice abordó el papamóvil para saludar y bendecir a los miles de peregrinos que salieron a las calles para recibirlo.
En el santuario, Francisco fue recibido por el obispo de Caacupé, monseñor Claudio Giménez, y por los sacerdotes y religiosos de esta jurisdicción eclesiástica. Luego ingresó a la basílica y rezó unos minutos ante la patrona del Paraguay.
Tras revestirse con la casulla, la mitra, el palio y el báculo, Francisco se dirigió a la explanada del templo para comenzar la misa. Una multitud aplaudió y dio vivas al Papa mientras el coro entonaba canciones, acompañando la procesión de obispos y sacerdotes concelebrantes.
En su homilía, el Papa aseguró que estar en Caacupé es “sentirse como en casa” y recordó que este santuario es una casa para todos los cristianos, donde se toman gracias y ocurren momentos trascendentales de la vida de las personas. También invitó a los peregrinos a “renovar las ganas de vivir la alegría del Evangelio”.
Comentando el Evangelio de la Anunciación, donde san Gabriel dice a María “Alégrate, llena eres de gracia; el Señor está contigo”, Francisco obsevó que María quedó entonces “desconcertada y se preguntaba qué quería decir” ese ser angelical. Estimó que María “no entendía mucho lo que estaba sucediendo, pero supo que venía de Dios y dijo «sí»”.
“María es la madre del «sí». Sí, al sueño de Dios, sí al proyecto de Dios, sí a la voluntad de Dios”, exclamó el Papa, en lo que fue un llamado para que los paraguayos imiten en esto a la Virgen.
Siguiendo la profecía de Simeón, el Papa propuso meditar sobre tres momentos difíciles de la vida de María: el nacimiento de Jesús, la huida a Egipto y la muerte en la cruz. Ante estas situaciones difíciles, afirmó que María respondió con fortaleza y no se desanimó ante las pruebas. Del mismo modo, consideró que muchos se pueden sentir identificados con estas situaciones, y los alentó contarle a María “de nuestras realidades, porque ella las comprende”.
“Ella es la mujer de fe, es la Madre de la Iglesia, ella creyó. Su vida, es testimonio de que Dios no defrauda, no abandona a su Pueblo, aunque existan momentos o situaciones que parecen que Él no está”, afirmó el Vicario de Cristo.
Francisco también realzó la presencia de María en la vida de los paraguayos. Sostuvo que Ella “quiso estar en medio de su Pueblo, con sus hijos, con su familia, siguiendo siempre a Jesús, desde la muchedumbre”, sin “abandonar a los suyos”. Aseguró que María “siempre se metió en donde un hijo pudiera estar necesitando de ella, tan solo porque es Madre”.
“María es una Madre que continúa diciéndonos «Hagan lo que Él les diga». Es su invitación constante y continúa: «Hagan lo que Él les diga». No tiene un programa propio, no viene a decirnos nada nuevo, tan solo su fe acompaña nuestra fe”, apuntó el Papa.
Francisco volvió a destacar a la mujer paraguaya, que “con gran valor y abnegación ha sabido levantar un país derrotado, hundido, sumergido por la guerra”. Les dijo que, al igual que María, “han vivido situaciones muy pero muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe”, y volvió a proclamarla “la mujer más gloriosa de América”.
“¡Ustedes al contrario, al igual que María, impulsadas y sostenidas por su ejemplo, siguieron creyentes, inclusive esperando contra toda esperanza!”, exclamó Francisco.
“Cuando todo parecía derrumbarse, junto a María ustedes decían que el Señor estaba con ustedes, con su pueblo, con sus familias, y se animaron a hacer lo que Él les decía. Y allí encontraron ayer y encuentran hoy la fuerza para no dejar que esta tierra se desmadre. ¡Dios bendiga ese tesón, Dios bendiga y aliente su fe, Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América!”, dijo.
Finalmente, Francisco hizo un llamado a no perder “la memoria, las raíces” y los muchos testimonios del pueblo creyente y jugado por sus luchas.
“Al igual que Jesús, primereen en el amor. Sean ustedes los portadores de esta fe, de esta vida, de esta esperanza. Sean ustedes los forjadores de este hoy y mañana paraguayo”, concluyó el Papa en su homilía.