| El Sumo Pontífice celebró por sexto año consecutivo la clásica Misa de Gallo en la basílica de San Pedro. Tal como sucedió el año pasado, la ceremonia se adelantó dos horas por su edad. Condenó la violencia pidió que termine "el tiempo de las túnicas ensangrentadas".
El sumo pontifice celebró la tradicional Misa del Gallo en la basílica de San Pedro en el Vaticano, la sexta de su pontificado, cuando faltaban dos horas para la medianoche italiana, para evitar que se fatigue debido su edad, 83 años, y debido que mañana tiene que oficiar los ritos de Navidad.
En una noche lluviosa y desapacible, el pontífice ofició el rito en el que la Iglesia desde conmemora el nacimiento de Jesús con la presencia de miles de personas que desde varias horas antes llenaron el templo vaticano.
El rito comezó con las kalendas, el antiguo texto que anuncia el nacimiento de Cristo, que fue cantado al principio de la misa, en latín, por un cantor de la Capilla Sixtina. La basílica lució como en sus mejores galas y una imagen del Niño Jesús presidió la ceremonia.
El papa Benedicto XVI condenó en términos muy duros a los que siembran la violencia y la guerra en el mundo, al celebrar la misa de Navidad en la basílica de San Pedro de Roma, en medio de estrictas medidas de seguridad. Además, rogó por un mundo de "justicia, amor y paz", rodeado por medidas de seguridad reforzadas tras la agresión de un año atrás por una desequilibrada.
"Señor, cumple por entero tu promesa. Quiebra las varas de los opresores. Quema las botas resonantes (de los soldados). Haz que termine el tiempo de las túnicas ensangrentadas", dijo el Papa en su homilía ante miles de fieles congregados en la plaza del Vaticano.
"Te damos gracias por tu bondad, pero también te pedimos: Muestra tu poder. Erige en el mundo el dominio de tu verdad, de tu amor; el 'reino de justicia, de amor y de paz'", agregó.
El Papa ampliará su homilía el sábado, día de Navidad, en su tradicional mensaje antes de la bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad y al mundo), en el que habitualmente se refiere a los diversos conflictos mundiales.
En la víspera del día que la tradición señala como el del nacimiento del hijo de Dios, Benedicto XVI señaló que "precisamente en la debilidad como niño" muestra "frente a los poderes presuntuosos del mundo, la fortaleza propia de Dios".