Martes 9 de Agosto de 2011, 11:25

Derrumbe financiero mundial

| El Banco Central europeo salió a comprar bonos de España y de Italia en un intento por frenar la previsible caída bursátil, pero no alcanzó. Obama replicó a Standard & Poor’s, que amenaza con una nueva baja en la calificación.

En la primera jornada posterior a la rebaja de la calidad de la deuda de los Estados Unidos, y ante el temor a una nueva, devastadora recesión, la piel de Wall Street volvió a irritarse y ayer hasta los mejores papeles volvieron a desplomarse. Casi como una consecuencia natural, el contagio llegó al resto de Occidente y las bolsas europeas cerraron en caída libre. La calificadora Standard and Poor’s (S&P) -que ya probó su poderío quebrando la economía de los países pobres en las dos últimas décadas y, más recientemente, castigando a Grecia, España, Irlanda e Italia- obligó a que el líder de la primera potencia mundial, el presidente estadounidense Barack Obama, saliera al ruedo para tratar de sofrenar la embestida bursátil. Pese a que las bolsas europeas arrancaron en alza, alentadas porque el Banco Central Europeo estaba comprando deuda pública de España e Italia y por los anuncios lanzados por los ministros de Economía del G-7 y el G-20 para infundir confianza a “los mercados”, la apertura negativa de Wall Street hizo cambiar el rumbo en todas las viejas capitales europeas. Con sus elevadas pérdidas, las bolsas asiáticas -que abren entre siete y 12 horas antes que las europeas y la estadounidense- ya presagiaban una jornada negativa para el resto del mundo. La Bolsa de Tokio cayó un 2,17%, la de Seúl un 3,82%, la de Hong Kong un 2,17% y la de Shanghai un 3,79%. América Latina no fue una excepción. Wall Street había iniciado la jornada al ritmo del pánico, con una fuerte tendencia a la baja, pero hacia la media sesión pareció conseguir cierta moderación, para volver a reanudar la caída tras la aparición pública de Obama. El generalizado pesimismo sobre la economía estadounidense, y sobre todo la ola de rumores que se esparció desde el viernes a la noche, cuando S&P dijo que Estados Unidos dejaba de ser un país Triple A, llevó al presidente a valerse de los medios, a los que “invitó” a la Casa Blanca. En un intento de ponerle una cataplasma a la realidad, Obama aseguró que “los mercados siguen percibiendo que el crédito de Estados Unidos es de primera categoría”, y que “los problemas financieros actuales tienen solución”.