| El primer ministro británico, Tony Blair, anunció ayer que renunciará el 27 de junio, tras una década en el poder en la que logró avances hacia la paz en Irlanda del Norte y mejoras internas, pero en la que también sufrió daños en su popularidad y causó divisiones en el país por seguir a Estados Unidos en la invasión de Irak.
“Con la mano en el corazón, hice lo que creí correcto”, dijo Blair en medio de vítores y aplausos al hacer su anuncio ante miembros de su Partido Laborista en el club Trimdon Labour, en su distrito electoral de Sedgefield, en el centro-este de Inglaterra, donde su fructífera carrera política dio sus primeros pasos.
En un discurso de tono entre emotivo y apologético, Blair, de 54 años, reconoció el carácter “amargamente controvertido” de su decisión de participar en la invasión de Irak, donde ya murieron 150 soldados británicos, y agregó: “Pude haber estado mal. Pero estén seguros, hice lo que pensé que era correcto para este país”.
Aunque defendió su alianza con Estados Unidos después de los atentados del 11 de setiembre y los derrocamientos de Saddam Hussein y los talibanes de Afganistán, Blair, único primer ministro en sufrir atentados islamistas en suelo británico, admitió que la lucha contra el terrorismo “ha sido feroz, implacable y costosa”.
El carismático dirigente anunció que permanecerá en el cargo hasta que su partido elija a un nuevo líder que lo suceda en la jefatura de la agrupación y por lo tanto en el puesto de primer ministro, alguien que según todos los pronósticos será el actual ministro de Finanzas, Gordon Brown.
En virtud de la forma de gobierno parlamentarista británica, el líder del partido con más bancas en el Parlamento -actualmente el laborismo- se convierte automáticamente en primer ministro.