Benedicto XVI encabezó un multitudinario encuentro de jó
| El papa se reunió en Madrid con cientos de miles de jóvenes de todo el mundo -cerca de dos millones según fuentes de la organización- en una vigilia, deslucida por una fuerte tormenta de verano y un vendaval, en la que denunció el relativismo que "desprecia" a Dios.
El Pontífice exhortó a los jóvenes a no tener miedo ni al mundo, ni al futuro ni a sus debilidades y reiteró una vez más la indisolubilidad del matrimonio, precisando que el único válido es entre un hombre y una mujer.
Acogido como una estrella del pop, Benedicto XVI se reunió con los jóvenes en la madrileña base aérea de Cuatro Vientos, un recinto de más de 120 hectáreas, el equivalente a 48 campos de fútbol, para la vigilia, considerada el momento más importante y sugestivo de la Jornada Mundial de la Juventud.
Durante la vigilia descargó una fuerte tormenta y un vendaval que refrescó la calurosísima noche madrileña y obligó a interrumpir al papa su discurso cuando sólo llevaba dos párrafos leídos.
El viento llegó a arrebatarle el solideo, y siete personas resultaron heridas al caer unos toldos.
Mientras tanto, en medio de esa fuerte lluvia que empapó a todos y obligó al papa a refugiarse tras varios grandes paraguas, los jóvenes no cesaron de cantar y expresarle su apoyo.
Al reanudar la ceremonia, el Obispo de Roma les dio las "gracias por "esa alegría y resistencia".
"Nuestra fuerza es mayor que la lluvia. Gracias. El Señor con la lluvia nos manda muchas bendiciones", agregó el papa, que una vez concluida la vigilia les volvió a agradecer "el gran sacrificio" y dio que era maravilloso el ejemplo que dieron.
El Pontífice reanudó la lectura del texto, pero solo la parte de los saludos en diferentes idiomas.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, dijo que se daba por leído todo, a la vez que subrayó que el papa había mostrado su "admiración" por los jóvenes españoles.
En el texto, Benedicto XVI afirmó que la fe no se opone a los ideales más altos, "al contrario los exalta y perfecciona", e invitó a los jóvenes a no conformarse "con menos que Cristo".
"Precisamente ahora en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza por nuestra vida", escribió.
El papa se refirió al matrimonio y a este respecto señaló que es un proyecto de amor "entre un hombre y una mujer" y reiteró su "indisolubilidad" y la apertura del mismo al don de la vida.
La vigilia comenzó con la entrada de la cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, entregada por Juan Pablo II a los jóvenes en 1984, que fue colocada en la parte superior del altar, un inmenso escenario de 190 metros de largo y 20 metros de altura.
Un árbol de 40 metros, que simboliza a Cristo, presidió el escenario, del que se elevó, a través de un ingenio mecánico, la Custodia de Juan de Arce, una de las más importantes obras de la orfebrería española, que se guarda en la catedral de Toledo, en el momento en que se oró al Santísimo.
Cinco jóvenes, uno de ellos una alemana no bautizada, le preguntaron quien es Cristo, cómo vivir el matrimonio cristiano, qué hacer para no renunciar a los ideales y ser testigos de Cristo en el mundo.
A la vigilia asistieron los Príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia.
La mayor parte de los jóvenes pasará allí la noche, para asistir mañana a la misa con la que Benedicto XVI clausurará esta XXVI Jornada Mundial de la Juventud.
Hoy, en su tercer día de estancia en Madrid, el papa confesó a cuatro jóvenes -entre ellos una española- y ofició una misa para cinco mil seminaristas en la catedral de La Almudena.
Benedicto XVI reiteró el celibato sacerdotal y pidió a los seminaristas que no se dejen intimidar "por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia".
Les exhortó a afrontar el reto sacerdotal "sin complejos ni mediocridad", pero les advirtió de que avancen por ese camino "sólo si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llama y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo a la Iglesia".