COPA AMÉRICA | Los dos grandes equipos de Sudamérica se enfrentaron por el título más importante, y el trono fue finalmente para Brasil que doblegó a una selección Argentina que se mostró imprecisa e impotente.
Brasil comenzó ganando el partido desde los vestuarios, porque en el momento que los dos equipos se estaban acomodando apareció Julio Baptista, ingresando al área por el sector izquierdo, para sacar un remate cruzado, que se coló en un ángulo, para poner el 1-0 ante la sorpresa de todos.
Los dirigidos por Dunga de golpe se encontraron con un gol de ventaja, se retrasaron en el campo de juego y el volante Mineiro se le pegó Juan Román Riquelme, quien por primera vez en el torneo tendría que soportar una marca personal.
Sin embargo, pocos minutos después del gol Riquelme tuvo el empate, pero su remate, luego de recibir una precisa habilitación de Juan Sebastián Verón, de cabeza, se estrelló en el palo derecho del arquero, cuando estaba vencido.
Después de esa situación el equipo de Basile se quedó, porque Riquelme y Verón cuando entraron en juego no fueron profundos, porque Carlos Tévez fue un espectador de lujo y sólo la velocidad y la gambeta de Messi podían quebrar la férrea defensa brasileña.
Entonces, el seleccionado argentino sólo acercó peligro en forma esporádica y cuando tuvo jugadas con pelota parada cerca del área rival.
A todo esto, Brasil sin hacer mucho, defendiéndose bien y con la inteligencia de Elano, quien tuvo que irse de la cancha lesionado, el criterio del lateral Maicon y la movilidad de sus delanteros, por momentos generó zozobras en el fondo argentino.
Pero después de la media hora de juego los de celeste y blanco pasaron a ser más rápidos, otra vez tuvo el gol Riquelme (salvó Doni magistralmente) y Brasil sólo podía para a sus rivales haciendo faltas y dependiendo mucho del azar.
Lamentablemente muchas veces el fútbol no le da la razón a lo que pasa dentro de la cancha y por eso Brasil, que se dedicó a defender, sobre el final de la primera etapa llegó al segundo gol, luego de un centro Roberto Ayala en su intento por despejar no hizo más que mandar la pelota dentro del arco, para que los dirigidos por Dunga se vayan al descanso con una victoria parcial impensada.
En la etapa complementaria la Selección Argentina intentó torcer el rumbo pero sus desplazamientos lentos e imprecisos chocaron con un poblado campo basileño agazapado para la contra, y fue así que logró un gol más, lapidario para el sueño de recuperación de los dirigidos por Basile, mediante una definición precisa de Daniel Alves, quien ingresado por derecha dentro del área cruzó su remate, en forma potente y bajo, para sentenciar la historia.