Fútbol | El conductor televisivo decidió renunciar a su cargo en AFA y se tomó licencia en su amado San Lorenzo.
Para Tinelli nada resultaba imposible. Logró el amparo y también que los miembros del Comité Ejecutivo, presionados por la Justicia, por sus adeptos y por parte de la prensa, le permitieran ser candidato a presidente de la AFA sin los cuatro años de antigüedad obligatorios. Fue una decisión política que modificaba el Reglamento General y vulneraba la doctrina.
No pudo ganar en las urnas en aquella recordada y vergonzosa elección que arrojó el 38-38. Insistió unos meses antes de la frustrada Asamblea del 30 de junio de 2016. Y cuando advirtió que el Gobierno pediría a la FIFA la intervención de la AFA, desistió.
La AFA fue la mayor frustración en la vida pública de Marcelo Tinelli. Creyó más en sus iniciativas, poder y energía, que en una realidad objetiva. Desoyó lo institucional y le dio la espalda a las recomendaciones políticas. Y hasta toleró, en procura de objetivos más ambiciosos, que en el tema de los derechos audiovisuales, en el que pocos saben como él, opinara e interviniera cada vez más gente hasta nivelar su distinguida experiencia sobre televisión con el de cualquiera de los demás miembros.
Probablemente Tinelli haya llegado a algunas conclusiones fácticas. La primera es que no tiene poder para enfrentar a Chiqui Tapia ni a Daniel Angelici en el corazón político de la AFA. La segunda es que el Gobierno sostiene la idea de no darle ninguna gestión que pueda exhibir mediáticamente y que le permita potenciarlo hacia la política: la AFA no sería nunca su plataforma de lanzamiento. Y la tercera es que en el tránsito de éste errático camino, también comprobó que los actores del fútbol no son incondicionales.
Fuente: INFOBAE