Fútbol | Sepan disculpar los lectores de esta columna el hecho de mirarme el ombligo por un instante.
En la edición de "Siempre al Diez" de ayer lunes, hicimos referencia al momento lamentable y de público conocimiento ocurrido el domingo por la tarde en el partido que disputaron Mantero y Peñarol, cuando en los minutos finales del encuentro el jugador Santa Cruz (Peñarol) impactó un terrible golpe de puño sobre su rival Nahuel Valenzuela (Mantero) dejándolo inconsciente y con convulsiones, teniendo que ser trasladado de urgencia al hospital de Concepción del Uruguay.
En un pasaje del programa personalmente destaqué la decisión que ha tenido Peñarol de sancionar no sólo a Santa Cruz, que seguramente tendrá la correspondiente por parte del HTP; sino también a Cáceres, (quién no había sido expulsado por el árbitro ante una conducta distinta y parecida a la vez) ya que, en tanto Institución, el club de "Pueblo Nuevo" demuestra con hechos y no con palabras lo que sostiene y aspira, dejando de lado muchos "aprendizajes" del egoísmo, del exitismo, de la mala "competitividad", en la intención de "llevar agua para su molino" y ver qué jugador pierde y cómo puede afectar deportivamente hablando. Walter Silva y su Comisión Directiva han estado por encima de eso. Siendo específico, sostuve lo anteriormente explicado ante un hecho, en palabras mías, "sin justificación y sin ningún tipo de perdón".
Sigo sosteniendo que lo acontecido es triste, repudiable, bochornoso, lamentable, etcétera. También sigo pensando que muchas veces no dimensionamos la consecuencia que puede tener un golpe de puño -alguien podría medir acaso la intención total de Santa Cruz?- y que, de nuevo, a la vista de los acontecimientos, el "mensaje" de Peñarol en el caso Cáceres es una correcta medida de castigo y de prevención.
Sin embargo aunque haya sanción del HTP, aunque Peñarol también castigue (en todo su derecho), y aunque este tipo de conductas no tengan justificación alguna, por mis creencias y valores personales debo admitir que de ninguna manera podría repetir que no tiene ningún tipo de perdón. El poder del perdón es maravilloso siempre y cuando es leal y asume la falta. Expresa una "grandeza" que no todos comprenden, para quien lo pide y para quien lo concede. Quizás para otros casos más graves efectivamente no exista el perdón. O sí. Es una cuestión personal y aquí me detengo. No me consta ni me compete saber si se pidió y si se concedió. Será tema de Santa Cruz, de Valenzuela y de lo que cada uno crea conveniente.
Algo está claro: el accionar del jugador de Peñarol en las últimas horas, le seguirá restando.