San Lorenzo golpeó cuando Huracán dominaba

. San Lorenzo se hizo fuerte en el Tomás Ducó, se impuso 1 a 0 en el clásico con un gol de [b]Marcos Angeleri[/b], saltó al segundo puesto del campeonato y llegará fortalecido al partido de clave del miércoles ante Flamengo, en el que se jugará el pasaje a octavos de final de la Copa Libertadores. Tras un arranque frío, en el que los viejos rivales se relojearon sin agredirse, el partido comenzó a tomar ritmo. La primera aproximación fue de la visita, con una buena combinación entre Franco Mussis y Fernando Belluschi que terminó con un remate del exjugador de Gimnasia que Marcos Díaz envió al córner. Sin embargo el local se mostró más constante en la búsqueda, intentando explotar la velocidad de Alejandro Romero Gamarra por la derecha. El Globo respondió primero con un bombazo de Daniel Montenegro desde fuera del área que rozó el ángulo derecho y luego con un cabezazo de Mariano González que Nicolás Navarro alcanzó a manotear de manera muy poco ortodoxa. La ausencia de dos de sus jugadores más criteriosos, [b]Bautista Merlini[/b] y [b]Néstor Ortigoza[/b] [i](ambos sufrían molestias musculares y fueron preservados para el partido ante Flamengo)[/i], le quitó fluidez al juego del equipo de Diego Aguirre. El inicio del complemento fue el mejor momento de Huracán, que hizo méritos suficientes para abrir la cuenta. Cuando apenas se habían jugado 60 segundos Navarro se lo tapó a Montenegro tras una gran jugada colectiva. A los 4 un cabezazo de Norberto Briasco tocó el ángulo izquierdo y salió. Y a los 6 el arquero debió intervenir dos veces ante un cabezazo de Nicolás Romat y un remate de Montenegro en el rebote. El grito empezaba a reverberar en las gargantas de los presentes en el Ducó. Pero a los 13 minutos la euforia mutó en silencio. Tras un tiro libre y un rechazo corto, Ezequiel Cerutti asistió y Marcos Angeleri, de cabeza, sacudió la red. Los últimos minutos fueron a pura tensión, con el balón volando seguido sobre el área visitante. En la última pelota, Diego Mendoza ganó en el área, pero su cabezazo salió desviado. Fue la señal de que nada bueno podría sucederle a Huracán en una jornada para el olvido que se cerró con los silbidos que bajaron desde la tribuna tras el pitazo final de Fernando Rapallini.