Lunes 28 de Agosto de 2006, 10:32

River volvió a la victoria

| Le ganó 2 a 0 a Argentinos, en Núñez. Gonzalo Higuaín, en dos oportunidades, anotó para el equipo de Passarella, que mejoró cuando Belluschi pasó a jugar de enganche. Quedó a cinco puntos del puntero, Boca.

River necesitaba cerrar una semana negra con un triunfo. La apretada de los barrabravas a los jugadores el domingo pasado luego de la dura derrota ante Racing todavía estaba latente. Encima, Passarella buscaba el equilibrio que el equipo no tuvo ante Newell's ni ante la Academia. Por eso puso dos volantes centrales para combatir al complicado mediocampo de Argentinos. Si bien la lupa iba a estar sobre todos, Méndez y Lima se jugaban una parada difícil. Obligado, además, por el paso contundente, avasallador de Boca, el equipo del Kaiser no perdió tiempo y apretó a su rival. Lo metió contra su arco. Mareque subía en todas, Ortega se retrasaba y el fondo del Bicho no hacía pie. El marcador lateral izquierdo probó de afuera y Pontiroli contuvo sin problemas. Un arranque con todo. El principal déficit del millonario siempre estuvo en la defensa. y Así se lo hizo saber el Bicho a los 16, cuando Niell saltó solito y cabeceó arriba desde inmejorable posición. ¿Los centrales? Bien, gracias. Lo cierto es que Argentinos emparejó las acciones gracias al manejo de Ledesma. En River, Higuaín aportaba aire fresco con sus corridas, pero le faltaba compañía. Avisó Ortega a los 19. Madrugó a Desábato y le dio de zurda por arriba de Pontiroli. Era un golazo pero el travesaño dijo que no. Parecía que River estaba mejor, pero fue sólo un espejismo. Porque los locales tenían la pelota, sí. Pero al llegar a la puerta del área se ahogaban las ideas. Belluschi estaba desaparecido y el equipo lo sentía. ¿Qué hacía Argentinos? Se mantenía fiel a su librito. Bien ordenado atrás. Con Ledesma y Pérez Castro colaborando con la línea de cuatro. Intentaba jugar prolijo, pero terminaba todos sus ataques con centros sin sentido. El planteo le dio resultado al Bicho al término de la primera etapa. Aunque Belluschi estuvo cerca de romper el cero en el final. Hubiera sido injusto. Passarella movió el banco en el entretiempo y le salió bien. Afuera Méndez, de discreta actuación, y adentro Augusto Fernández. ¿El doble cinco? Ya era parte del recuerdo. Belluschi hacía de enganche y el dibujo táctico un claro 4-3-1-2. Y se vio otro River. Más ambicioso, con más hambre. Así fue que el ex Newell's habilitó a Higuaín, pero éste tiró desviado. Al toque, Zapata tiró un centro que Ortega no pudo capitalizar por poquito. La tercera fue la vencida. A los 8, Augusto escapó por la derecha y se la sirvió al Pipita, quien con un derechazo abrió la cuenta. Un desahogo monumental. El gol no cambió nada. Porque el Bicho no salió a buscar el empate. Porque River siguió atacando. El arco de Carrizo era un lejano deseo para los jugadores de Argentinos, que estaba cada minuto más lejos de la igualdad. Lo suyo era intrascendente. Un esquema amarrete que no le hizo ni cosquillas a la renovada defensa del local. A los 26 Higuaín demostró que si mantiene este nivel y esta capacidad goleadora puede valer lo que dijo Passarella: 15 millones de euros. Con una deliciosa volea le puso el moño a una gran acción individual del Burrito que dio en el travesaño. El Pipita fusiló a Pontiroli y a otra cosa. River supo cambiar a tiempo y ganó merecidamente. Passarella acertó con los cambios y tuvo en Higuaín un delantero contundente que siempre aparece cuando su equipo más lo necesita. El triunfo le permitirá a los millonarios pasar una semana tranquila. ¿Encontró el equilibrio? No dio esa sensación, pero sumó de a tres y eso, hoy por hoy, fue lo más importante. Fuente: Joaquín Finat, de la Redacción de Clarín.com.