Jueves 28 de Septiembre de 2006, 09:20

River perdió en su cancha por la Sudamericana

| Con gol de Marcos Aurelio, el Atlético Paranaense ganó 1 a 0 en el Monumental. Los hinchas pidieron ganarle al clásico rival. Passarella puso a Iguaín, Belluschi y Ortega para dar vuelta el resultado pero no fue suficiente.

Atlético Paranaense le ganó 1 a 0 a River el partido de ida de los octavos de final de la Copa Sudamericana, que se disputó en el estadio "Monumental" y los hinchas reclamaron al finalizar el partido ganarle a Boca dentro de dos fechas, en esa misma cancha. River Plate pareció acceder a la postura de su entrenador, Daniel Passarella, quien anunció que priorizará el Torneo Apertura por sobre la Copa Suramericana y anoche cayó por 1 a 0 ante Atlético Paranaense, de Brasil, con un equipo de suplentes, en el partido de ida de los octavos de final de este último certamen. La elección que se arrogó Passarella se plasmó en una actuación carente de absoluta jerarquía para un equipo del linaje de River. Es que el entrenador volcó este criterio, inconsulto con el sentir de los hinchas, en una formación de absoluta alternativa, que no estuvo a la altura de las circunstancias ante el ordenado conjunto brasileño. Porque River pareció más ambicioso en los primeros minutos, pero su falta de profundidad quedó rápidamente al desnudo, ya que sus dos delanteros, Ernesto Farías y Radamel Falcao García, todavía están lejos de su plenitud física y futbolística, en tanto que los volantes Lucas Pusineri, Marcelo Sosa y Rubens Sambueza tampoco tienen ritmo de competencia. De esta manera River fue un mosaico que nunca pudo ni intentar parecerse a un equipo, lo que derivó en que al cabo de ese cuarto de hora inicial su dominio comenzara a avizorarse como absolutamente estéril. Y para colmo de males, a los 26 minutos Marcos Aurelio ejecutó con precisión una filosa contra de su equipo y Atlético Paranaense se puso en ventaja. La impotencia se adueñó entonces de los locales, que empezaron a escuchar como el disconformismo por otra actuación frustrante (la del pasado domingo, en el 1-1 ante Colón con todos los titulares, no había sido mucho más alentadora) bajaba desde las tribunas y laceraba con los pedidos de más "garra". El panorama no cambió para nada en la segunda etapa, pese a que Passarella procuró una mejoría con los ingresos de tres titulares de peso como Gonzalo Higuain, Fernando Belluschi y Ariel Ortega, en ese orden. Pero si el jugador que más remató al arco y estuvo en posición de gol hasta que fue reemplazado por Ortega, a los 25 minutos, fue Pusineri, demás está subrayar lo que fue River hasta entonces. Y después, quien lo suplió en eso de pegarle hacia el arco del seguro Cléber, la figura del encuentro, fue Fernando Belluschi, que intentó desde todos los ángulos y distancias, aunque también infructuosamente. River, empero, siguió yendo hasta el final, sin ingenio, pero con mucha voluntad, aunque eso le resultó absolutamente ineficaz y a contrapelo de su estirpe futbolera, esa que lo hizo grande en América y que ha perdido en la última década. Y fue derrota nomás, que lo obligará a ir de visitante con la necesidad de ganar por dos goles y sin que le conviertan en la revancha, que tendrá lugar dentro de 15 días en Brasil. Si Boca pasa ante Nacional, de Uruguay, y River lo hace también, se verán las caras en cuartos de final. Otra instancia de superclásico como la que vivirán, por el torneo Apertura, el próximo 8 de octubre. Hacia este último compromiso terminó apuntando la hinchada "millonaria" anoche, sometiéndose a la elección unipersonal de Passarella. Pero si tampoco hay éxitos en el plano local y sobre todo ante los "primos, seguramente la historia se pondrá mucho más complicada por Núñez.