FÚTBOL | Osmar Ferreyra contó el tremendo drama personal que le tocó vivir por la enfermedad que sufrió su hijita de tres años: “Fue el momento más difícil de mi vida”.
La vida puede sorprenderte y dar un vuelco, inesperado, de la noche a la mañana. Y eso fue lo que le sucedió a Osmar Ferreyra. Orgulloso padre de familia, siempre rodeado por las mujeres de su harén (Agueda, su esposa, y sus dos princesas: Taysa de 5 años y Morena de 3), le tocó transitar por una pesadilla que nunca se hubiera imaginado. “Antes sólo le daba importancia a cosas tan efímeras que hasta me da vergüenza recordarlo. La vida te da golpes durísimos y, por supuesto, de todo debemos aprender”, le asegura a Olé , en su primera charla con un medio para contar su historia.
Todo comenzó los días previos al clásico con Boca. Morena, explosiva, pícara y atrevida como siempre, jugaba con su papá y hermana mayor cuando notaron algo extraño en su mirada. Motivo suficiente para que Osmar y Agueda se preocuparan y decidieran consultar con un especialista. Allí iniciaron un camino colmado de médicos, estudios y diagnósticos. Lo cierto es que un tumor en el ojito izquierdo de Morena les cambió la vida para siempre. Inicialmente parecía que lo detectado tenía cura y que, realizando un tratamiento, todo se resolvería. Pero continuaron los estudios y el último resultado cambió el foco de atención porque More lamentablemente ya había perdido la visión. “Pensamos que se podía tratar sin perder el ojito pero desgraciadamente ya estaba cieguita de ese ojo. La única solución era operar y sacárselo. Y lo tuvimos que hacer. Sinceramente fue durísimo. No se lo deseo a nadie”, cuenta Osmar, visiblemente emocionado.
[b]-El proceso fue corto pero intenso. ¿Cómo transitaste esos días?[/b]
-Fue claramente la semana más difícil de toda mi vida. Uno como papá nunca puede siquiera pensar en problemas para un hijo. No esperás, jamás, que te suceda algo así. Desde que el médico le descubrió la enfermedad en su ojo, vivimos momentos tremendos como papás.
[b]-¿Cómo hicieron con tu mujer para sostenerse?[/b]
-Aprendimos a valorar un montón de cosas. ¡A veces uno se hace problemas por cada boludez! Estos son los verdaderos problemas. La fuerza nos la dio More en el día a día. Es increíble como alguien tan chiquito te da tanta fuerza. Para ella nada cambió, sigue todo igual.
[b]-A More la operaron cuatro días antes del clásico con Racing. ¿Dudaste en jugar ese partido? [/b]
-Sí. Pero más allá de la fuerza y la confianza que me dieron Cristian y el plantel, More me brindó algo extra que no puedo explicar con palabras. Verla tan chiquita y con tanta voluntad no me permitió bajar los brazos jamás. La predisposición que ella tuvo desde el día en el que le diagnosticaron el tumor, no tiene nombre. Lo bien que se portó con tantos estudios es increíble. Para ella todo era un juego. Eso me enseñó a copiarla y a no dudar. Ella me dio fuerzas para querer jugar.
[b]-¿Se puede aprender de alguien tan chiquito?[/b]
-Lo asimiló mucho más rápido que nosotros el hecho de que le sacaran el ojito. Estaba ciega de ese ojo hacía rato y para ella era natural vivir de ese modo. Me llena de orgullo escucharla cómo les cuenta a sus amiguitos, con mucha naturalidad, que le sacaron su ojito porque lo tenía mal. De More aprendemos. Me enseñó a ser fuerte. Tiene que pasar algo así para entender. Los nenes te empujan para adelante. Creo que nosotros como adultos sufrimos esto mucho más porque ella no se daba cuenta de lo que tenía por dos razones: porque no le dolía y porque vivía la vida como si nada al ya estar cieguita de ese ojito. Andá a saber desde hacía cuánto que estaba así. Pero no se notaba para nada porque es pura energía.
[b]-Como hombre de la casa, ¿fue difícil contenerlas todo el tiempo?[/b]
-Delante de ellas siempre demostré fortaleza porque era necesario. Estaba muy mal pero no me podía permitir demostrarlo. Siempre me desahogué solo porque a veces lo necesitaba. No es fácil sufrir por una hija. Siempre me mantuve firme ante todo. La fuerza que tenía mi hija me mantuvo en pie.
[b]-Vos sos muy creyente. ¿Te enojaste con Dios?[/b]
-No. Me aferré más a él. No pude enojarme con Dios porque Morena está con nosotros y no me importa nada más. Verla jugar y que ya esté curada me ilumina el alma. Mi hija está conmigo y eso le agradezco a Dios y a los médicos.
[b]-Justo cuando empezabas a funcionar en el equipo, la vida te dio el golpe más bajo...[/b]
-Puede ser. Antes entraba a la cancha y me preocupaba de no hacer mal una jugada porque podían putearme. Quizás estaba falto de confianza y las cosas no me salían. Todo influía. Ahora capitalicé la fuerza de Morena en la cancha y noto un gran cambio. Pude trasladar eso al juego.
[b]-¿Tus tres mujeres estuvieron en el clásico?[/b]
-Sí. A More la operaron el martes y no pensé que podía estar conmigo el sábado en la cancha. Ella estuvo ahí, alentando en la platea, y parece que mi reina nos trajo suerte.