FÚTBOL | Quilmes, ubicado todavía en zona de descenso directo, remontó un partido increíble y terminó ganándole a Banfield, en condición de visitante, por 4-3, en el arranque de la 12da. fecha del torneo Clausura.
Este Clausura tiene mil situaciones inciertas, un repetido puñado de sorpresas para ofrecer cada fecha y un sinfín de candidatos que tropiezan sin querer a cada paso. El partido de anoche, en el Florencio Sola, sirve de perfecto testimonio de tal concepto: fue un típico encuentro de este torneo. Con un adjetivo que lo define y que también retrata lo que sucede en este certamen: indescifrable.
Fue, al cabo, del asombroso Quilmes de Ricardo Caruso Lombardi. Con ese 4-3 que recorrió todos los caminos y todas las sensaciones.
Un momento del partido sirve de testimonio de lo cambiante que resulta todo en el torneo: luego del gol de Alejandro Barbaro, Banfield se estaba convirtiendo en un nuevo y silencioso líder, con 21 puntos junto a Vélez. Cosas de esta extraña competición: 22 minutos más tarde, Quilmes asombraba con su victoria y con una racha con detalles históricos. Por primera vez desde 2004 (cuando accedió por segunda vez en su historia a la Copa Libertadores) ganó tres partidos consecutivos.
Y por primera vez desde 1982 (cuando fue subcampeón del Nacional, detrás de Ferro) marcó diez goles en tres encuentros . Más: por primera vez desde que arrancó esta temporada, Quilmes accedió a uno de promedio. Otra novedad: al equipo que hace un par de semanas sus rivales ya lo estaban velando, ahora se parece mucho a una amenaza que crece , sobre todo para Gimnasia y para Huracán; pero también para Olimpo y para All Boys.
El partido fue la consecuencia de dos equipos capaces de sorprender en lo bueno y en lo malo; de dos rivales presos de sus vaivenes anímicos y del juego. Se puso en ventaja Quilmes, con un grito de goleador rebotero de Bernardo Romeo; empató Marcelo Quinteros, tras un centro de Marcelo Bustamante; Miguel Caneo puso el 2-1 para los visitantes al transformar en festejo un penal que Víctor López le había cometido a Diego Torres.
Ya en el segundo tiempo, la lluvia pareció despertar a Banfield. Fue, buscó y taladró : empató con el implacable Facundo Ferreyra (tras un error de Damián Leyes) y se puso en ventaja con el tanto del pibe Barbaro. Parecía que no había chances para otro escenario que no fuera el de una alegría para Banfield...
Pero no hay territorio para la lógica ni para las apariencias en el Clausura de las situaciones raras. Entonces, Quilmes -empujado desde el mediocampo por un Francisco Cerro siempre intenso- que se empezaba a mostrar roto, deshecho, fue con lo que podía, con lo que tenía. Y en ocho minutos (entre los 31 y los 38) lo dio vuelta: primero, Pablo Vázquez demostró su momento increíble (lleva cuatro goles en 125 minutos) y definió tras varios errores de la defensa de Banfield; luego, Cauteruccio -después de un show de rebotes- le ofreció a Quilmes un triunfo que deja un mensaje inequívoco: está vivo.
Sabe que puede subsistir en Primera en este torneo en el que todo parece posible.
Fuente: Clarín.