FÚTBOL | Un puñado de “hinchas” gritando improperios detrás del alambrado, y jugadores intentando hacer “justicia” por mano propia provocaron que en tranquila tarde del lunes, en el barrio Pueblo Nuevo, se registraran nuevos episodios de violencia, con un muchacho, jugador de la Reserva de Santa Anita, herido en el rostro.
Fue en el entretiempo del partido de Primera División entre Peñarol y El Porvenir. Jugadores que habían protagonizado el partido entre las Reservas de los clubes citados tuvieron un fuerte cruce verbal en los sanitarios, ubicados en el sector destinado al público visitante.
Según testigos hubo gritos de los “hinchas” que enardecieron el clima, luego integrantes del plantel local fueron hasta los sanitarios directamente a increpar a los visitantes, alguno de los cuales habría gesticulado contra los parciales locales, y tras un forcejeo uno de los futbolistas de Santa Anita, Luis Velázquez fue blanco de un tremendo golpe de puño que lo derribó, y una vez en el piso fue el destinatario de feroces puntapiés que le provocaron contusiones varias y heridas sangrantes en la cara.
La situación, que generó mucho malestar en la delegación visitante, no parecía descomprimirse y demoraba el inicio de la etapa complementaria del partido. Los Jugadores y el Cuerpo Técnico de Santa Anita no parecían dispuestos a seguirlo, aduciendo problemas de seguridad, todo lo contrario a la opinión de los integrantes del equipo local y su entrenador que exigían a viva voz se reanudara el juego.
Pasaron varios minutos hasta que Luis Rodríguez y sus colaboradores, quienes observaron que el herido era retirado fuera de los límites de la cancha, para ser atendido en el hospital, esperaron que los jugadores y parciales se tranquilizaron para ir a la cancha y reanudar el partido.
Dirigentes de El Porvenir consultados por RIEL FM admitieron su malestar por la situación y reconocieron que analizan presentar una denuncia en la justicia y requerir formalmente en la Liga que se les exceptúe jugar en la cancha del Pueblo Nuevo, de donde la delegación debió retirarse en vehículos particulares y escoltados por la Policía, luego que
“simpatizantes” locales les lanzaran piedras, hasta el micro que por cuestiones de seguridad los aguardaba a trescientos metros del lugar.