| Italia se clasificó para la final del Mundial después de derrotar a Alemania en un final de la prórroga de infarto. Grosso y Del Piero certificaron el mejor juego italiano con dos goles de bellísima factura en los minutos 119 y 121.
Italia rompió hoy el mito de la invencibilidad alemana en Dortmund con dos goles agónicos de Fabio Grosso y Alessandro del Piero que le abrieron las puertas de su sexta final de la Copa del Mundo en un partido intenso desde el primer minuto.
Alemania, que no ha vencido jamás a Italia en un Mundial, habrá de esperar al menos cuatro años más para romper el maleficio. El partido se presentó desde el comienzo con muchos nervios y de ambos lados se vio que los jugadores salieron a no darse ventajas, con una marca pegajosa en el centro del campo no exenta de faltas por una y otra parte.
En ese pulso sacó ventaja Italia, que tuvo a lo largo del primer tiempo un claro dominio en cuanto a posesión de pelota se refiere y logró forzar muchas faltas en terreno alemán, jugando por los costados, y muchos saques de esquina. Italia intentó llegar ante todo por la derecha, con Mauro Camoranesi dándole muchos problemas a Philipp Lahm, pero también hizo incursiones interesantes por la banda contraria y en una de ellas, en el minuto 17, Simone Perrota tuvo la primera oportunidad clara del partido al quedar sólo frente a Jens Lehmann y perder el mano a mano con el meta alemán.
Alemania opuso resistencia con esporádicas combinaciones rápidas, en las que con frecuencia aparecía Miroslav Klose un tanto alejado del área y tirándose a las bandas tratando de abrir la defensa italiana. El trabajo de Alemania, y de Klose en particular, estuvo a punto de verse recompensado en el minuto 32 cuando un pase del goleador alemán dejó solo ante Gianluigi Buffon a Bernd Schneider que remató desviado.
Buena parte de los esfuerzos de Klose y sus compañeros se vieron ahogados por la gran actuación de Fabio Cannavaro, que estuvo siempre donde debía para atajar cualquier peligro. En la segunda parte, Alemania logró sacudirse un poco del dominio italiano, pese a una gran ocasión de Fabio Grosso en el minuto 51 que perdió el duelo final con Lehmann.
Los alemanes lograron que se jugara más en la mitad italiana e incluso, en el minuto 61, generaron una ocasión en la que Buffon tuvo que intervenir por primera vez en el partido, para parar un remate de Lukas Podolski. Aunque aparentemente Alemania empezó a mandar en el campo, las jugadas de peligro, con excepción de la ocasión de Podolski, no llegaban porque, apenas los alemanes se aproximaban al área, los italianos tomaban el control de la situación doblando al hombre que llevaba la pelota.
Alemania en sus esfuerzos ofensivos se estrellaba contra un muro y además, cuando avanzaba, Italia mostraba peligrosidad, como en una jugada en el minuto 84 en la que Lehmann tuvo que recurrir a una salida suicida cuando Perrota estaba a punto de cabecear a puerta.
Klinsmann trató de desempatar el partido a punta de velocidad por la banda derecha, con el ingreso de David Odonkor, pero probablemente ante Italia se requerían otro tipo de virtudes. El partido, en buena parte gracias a Lehmann, se fue a la prórroga y al comienzo de la prórroga fue el poste, primero, el que salvó a Alemania al devolver al campo un disparo de Alberto Gilardino y luego el larguero contra el que rebotó un disparo de Gianluca Zambrotta.
Italia había vuelto a subir el ritmo pero Alemania respondió y siguió corriendo contra el muro contrario y creo otra ocasión, el último instante de la primera parte de la prórroga, cuando Podolski remató desviado de cabeza desde buena posición.
Pese a los minutos que tenían los dos equipos en las piernas, se jugaba a un ritmo alto y con situaciones de peligro en las dos áreas. Un remate de Podolski obligó al lucimiento de Buffon y casi todos los contraataques italianos generaban zozobra. Más tarde un disparo de Pirlo de media distancia obligó a enviar a saque de esquina.
Finalmente, Fabio Grosso, con un disparo de zurda en el minuto 119, trajo el primer gol para Italia. Luego Del Piero, cuando Alemania buscaba el milagro, clavó la puntilla y mostró que el mito de la bestia negra italiana era más fuerte que el mito de Dortmund.
Fuente: EFE.