Lunes 21 de Noviembre de 2005, 11:01

Nalbandian se recibió de maestro

| La final del Masters de Shanghai lo tuvo todo. La síntesis dice que, en la final, el argentino superó al indiscutido número uno del mundo, el suizo Roger Federer por 6-7 (4-7 en el tie break), 6-7 (11-13), 6-2, 6-1 y 7-6 (7-3) en 4 horas y 33 minutos de juego.

Después de más de tres décadas el tenis argentino vuelve a tener un título de Maestro por la victoria de David Nalbandian en Shanghai, China. En Australia, en 1974, el que abrió el camino, no sólo para un torneo Masters, sino para una nueva historia en el tenis argentino, fue Guillermo Vilas, el mejor tenista argentino de todos los tiempos. Entre aquella victoria en el césped de Melbourne y esta en la carpeta rápida de Shanghai pasaron más de tres décadas. Pero Vilas ya no está solo. Como Gastón Gaudio lo acompaña con su título en Roland Garros, Nalbandian se le pone a la par como Maestro. La victoria ante Roger Federer por 6-7 (4-7 en el tie break), 6-7 (11-13), 6-2, 6-1 y 7-6 (7-3) significó para al europeo cortar una racha de 24 finales ganadas en forma consecutiva desde Gstaad en 2003. Los dos primeros sets del partido fueron bien apretados. De altísimo nivel donde los dos se exigieron al máximo pero desde su concentración, Federer hizo diferencias en cada uno de los tie breaks. En el primero David vino de abajo ya que estuvo 2-4 y sin embargo se recuperó en un parcial con muy pocos errores (13 para el europeo y 14 para el de Unquillo). En el tie break llegó la polémica de la final. Y favoreció al suizo... Una pelota que se fue afuera se la terminaron dando buena al número uno del mundo y enseguida definió el set con una pelota que dio en la faja y quedó muerta del otro lado de la red para el 7-4. La historia del segundo parcial fue muy similar. Nalbandian corrió de atrás, levantó una desventaja importante, y fueron otra vez al tie break en un partido hiperveloz. Otra vez una pelota dudosa en el tie break (David hubiera quedado con triple set point). Y nuevamente el favorecido fue el suizo que lo dio vuelta y ganó el tie break con un apretadísimo 13-11. Pero David Nalbandian, más allá de haber perdido los dos primeros sets, más allá de los fallos adversos siguió adelante. No se desconcentró, siguió metido en la final y mantuvo el ritmo de juego. El que no pudo seguirle el tren, en esa parte del partido, fue, aunque cueste creerlo, Federer. David quebró a su rival para 2 a 1 y para 5 a 2 (concretó el quiebre con un soberbio tiro paralelo ). Y llegó el octavo game de ese parcial que fue la síntesis del partido. Exigentes peloteos, puntos muy bien jugados, bolas en las líneas y chances para los dos. Primero tres breaks points para Federer y los levantó el argentino. Enseguida chances de sets para el cordobés que liquidó en la cuarta oportunidad con un saque ganador. En el cuarto capítulo en el primer descanso Nalbandian se fue con un quiebre arriba (2-1) y Federer fue atendido por el médico que masajeó su muslo izquierdo (viene con una lesión en el tobillo izquierdo y carga el peso y la fuerza sobre la otra pierna). El europeo, desde ese momento, mostró problemas de movilidad, cosa que el argentino aprovechó para cerrar 6-1 y forzar a un set decisivo. Federer estaba nocaut parado. Nalbandian ganaba 4-0 y en ese cuarto game, para el segundo quiebre había vapuleado al suizo (atajó una pelota sensacional en la red, metió un globo milimétrico y lo superó con un passing que dejó al europeo de brazos cruzados). Pero el número uno revivió. Por algo lo es. Obligando a jugar puntos más cortos, tomando más riesgos, acertando más a las líneas y jugando más bajo, Federer empezó a remontar el encuentro para sorpresa de Nalbandian. Es más, el suizo quebró a David en el undécimo game y quedó con el torneo a su favor ya que estuvo 6-5 y saque, con todo lo que significa el servicio de Federer. En ese game Nalbandian, comenzó 0-30, devolvió perfecto y, después de semejante partido, todo se iba a definir en un puñado de puntos. En el tie break, el argentino tomó ventajas de entrada (2-0 y 4-3), el suizo tuvo una mínima reacción para el 4-3, pero el argentino hilvanó tres puntos definitivos: conectó un saque ganador, luego Federer dejó una volea en la red y todo terminó con un largo peloteo que el suizo tiró afuera. Después llegó el festejo tirado en el piso, el beso emocionado con mamá Ada (hace casi un año falleció su padre), la entrega de premios y anduvo a los bocinazos en su nuevo chiche, el Mercedes Benz CLK 350.