FÚTBOL | Francisco Pancho Varallo, el último sobreviviente del seleccionado argentino subcampeón del primer Mundial de fútbol en 1930, murió este lunes a la edad de 100 años.
El fútbol argentino está de luto: Francisco Varallo, histórico goleador de Boca y único sobreviviente de la final del Mundial de Uruguay 1930, falleció en la madrugada de este lunes a los 100 años de edad en La Plata.
El ex futbolista, que con el correr de las temporadas se convertiría en un goleador nato con 236 goles en total, 222 de ellos con la camiseta de Boca Juniors y los restantes con Gimnasia y Esgrima La Plata, había nacido en el barrio platense de Los Hornos el 5 de febrero de 1910. En su carrera futbolística, fue campeón con el Lobo platense en el amateurismo en 1929 y también integró el equipo del Xeneize que ganó el primer título profesional en 1931. Además es el segundo máximo goleador del elenco de La Ribera, ya que en 2008 fue superado por Martín Palermo.
Varallo nació el 5 de febrero de 1910 en Los Hornos y en el arranque de su carrera brilló en Gimnasia y Esgrima La Plata. Con la camiseta del Lobo, el Pancho jugó 40 partidos con un saldo de 12 goles y fue vital para la conquista del título amateur de 1929.
En 1930, Varallo integró el plantel argentino que disputó la Copa del Mundo en Uruguay e incluso fue titular en la derrota por 4 a 2 ante los locales en la definición. La revancha en la selección llegó en 1937, con la obtención del Campeonato Sudamericano.
Luego, emigró a Boca Juniors, donde se metió en la historia grande con una cosecha de 194 tantos entre 1931 y 1939. Gracias a sus goles, el Xeneize se llevó los campeonatos de 1931, 1934 y 1935. Fue el segundo máximo goleador hasta 2008, cuando lo superó Martín Palermo.
"Pancho", que también recibió la Orden de Mérito de la FIFA en 1994 y fue declarado ciudadano ilustre de La Plata, será velado a las 16 en la calle 57, entre 4 y 5. A su vez, Gimnasia cerrará sus instalaciones por duelo. Aquel letal goleador que se cansó de romper redes ya partió rumbo al cielo, pero dejó un sello imborrable. Hasta siempre.