| Fue titular del Comité Olímpico Argentino (COA) entre 1977 y 2005, un ciclo oscuro en materia de resultados y plagado de escándalos deportivos y financieros. Fue, acaso, el símbolo más definido de lo que Dante Panzeri definió como la “burguesía deportiva”.
El militar retirado Antonio Rodríguez, presidente del Comité Olímpico Argentino (COA) durante 28 años signados por magros resultados deportivos y un modelo de conducción autoritario, falleció a los 81 años.
Según afirma el periodista Mariano Suárez en un despacho de la agencia Télam, Rodríguez fue el conductor del olimpismo argentino entre 1977 y 2005, un ciclo oscuro en materia de resultados, pero pletórico en escándalos deportivos y financieros.
El coronel retirado alcanzó la presidencia del organismo en el año más feroz de la dictadura militar y, aún superada esa etapa histórica, nunca alentó una verdadera "democratización" del COA, reclamada por diferentes dirigentes deportivos.
Fue, acaso, el símbolo más definido del perfil de dirigente que, en su tiempo, la legendaria prosa de Dante Panzeri identificó como parte de la "burguesía deportiva", una casta que, según el periodista, "se le conoce, pero no se le da importancia".
Rodríguez fue la cara visible del largo invierno del olimpismo argentino que, sin embargo, como una mueca irónica del destino, se cerró con dos medallas de oro en Atenas 2004, hito que no registraba desde Helsinki 1952.
Su confianza en el desarrollo de su trabajo, de todas formas, no parecía ser demasiada, pues antes de la cita olímpica de Atenas aseguró que "ninguno de los deportistas de la delegación asegura una medalla".
Un año después se despidió de la presidencia del COA con la garantía de que su sucesor, Julio Cassanello, ex funcionario de la dictadura militar (intendente de Quilmes 1979-1982), era un continuador de su modelo y no tenía ánimo de revisar el pasado.
En su extenso ciclo en el poder, Rodríguez fue reelecto seis veces: en 1981, 1985, 1989, 1993, 1997 y 2001. En cinco de esos comicios no tuvo que enfrentar a ningún adversario (venció a Hernán Billoch Caride en 1985, un candidato impulsado por el gobierno de Raúl Alfonsín).
Cassanello fue ungido en 2005 con la bendición de Rodríguez ("es el mejor preparado", dijo). Ese aval, que en cualquier ámbito con un mínimo apego a ciertos métodos democráticos habría resultado una inexorable condena, en el COA constituyó un espaldarazo.
La gestión de Rodríguez tuvo momentos de singular exposición, como el impulso de proyectos políticos desmesurados y ficticios como la candidatura olímpica Buenos Aires 2004, luego naturalmente frustrada.
En el ciclo tampoco prevaleció la idoneidad. Basta con recordar el caso de Ana María Comaschi, la atleta que no compitió en los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92 por un error del COA en la inscripción y que luego significó una condena judicial a pagar 200 mil pesos a la damnificada.
Lejos quedó una juventud en la que Rodríguez fue representante argentino de Pentathlon en los Juegos Olímpicos de Londres (1948) y en los Juegos Panamericanos de Buenos Aires (1951), dos citas gloriosas del deporte argentino que no supo honrar.