Domingo 16 de Diciembre de 2007, 12:51

MILAN GANÓ EL MUNDIAL DE CLUBES

FÚTBOL | El equipo italiano se impuso por 4 a 2 la final del Mundial de Clubes que se disputó en Yokohama. El equipo argentino jugó de igual a igual en el primer tiempo, pero después no pudo hacer nada ante un rival superior, que aprovechó su potencial de tres cuartos de cancha hacia adelante. Convirtieron Inzaghi (2), Nesta, Kaká, Palacio y Ambrosini en contra.


El sueño de Boca en Japón terminó en pesadilla. El equipo de Russo cayó por 4-2 ante el Milan, en la final del Mundial de Clubes, y cerró el año con una dura frustración. El potencial del conjunto italiano apareció en su esplendor en el segundo tiempo y de la mano de un Kaká genial (convirtió un gol y dio dos asistencias) se llevó el título que lo coloca nuevamente como el más ganador del fútbol mundial. De entrada nomás, Boca se plantó en campo rival. Y el primer llamado de atención para el Milan llegó antes de los dos minutos, luego de un tiro de esquina ejecutado por Morel Rodríguez que Battaglia casi conecta de arremetida. Aunque ese control inicial del equipo de Russo se fue desdibujando a medida que el conjunto italiano agarró la pelota en el mediocampo. Seedorf y Pirlo comenzaron a hacerse dueños del trámite, y el peligro que podía nacer desde los pies de Kaká estaba siempre latente. A los cinco llegó la primera chance clara de gol: Seedorf asistió magistralmente a Inzaghi, y el remate cruzado de Pipo se fue besando el palo derecho de Caranta. Banega era el volante más adelantado de los cuatro, Neri Cardozo inquietaba por izquierda y también metía diagonales hacia el centro. Un detalle: antes de los doce minutos, el volante de Boca probó tres veces al arco desde media distancia, pero ninguna con el resultado deseado. Battaglia era el encargado de cortar el circuito de juego de los italianos y la velocidad de Palacio -quien se movía por todo el frente de ataque- era el arma más incisiva a la hora de atacar. El partido era abierto, entretenido, ambos se respetaban y, en general, uno dejaba jugar al otro. Y el primer gol llegó cuando promediaba la primera etapa. Kaká, bien controlado hasta ese momento, se escapó de la marca de Battaglia, llegó hasta al área con pelota dominada y le pegó al arco. La pelota rebotó en Maidana y le volvió a quedar al brasileño, quien lo vio entrando sólo a Inzaghi y con su pase le dijo tomá y hacelo. El goleador sólo tuvo que empujarla hacia la red. En un encuentro parejo, la ventaja parecía ser mucho premio para el Milan. Pero la reacción de Boca llegó segundos después. Morel Rodríguez jugó un córner corto y envió un gran centro para Palacio. Toda la defensa del Milan, hasta Dida, se quedó mirando como el bahiense se elevó en soledad y, con un cabezazo cruzado, estampó el empate. El gol inmediato llevó tranquilidad al equipo de Russo, no le dio tiempo ni para preocuparse. Y, después de la igualdad, se vio lo mejor de Boca en el primer tiempo. En el complemento, Milan lastimó temprano. Pirlo ejecutó con precisión un tiro libre desde el sector derecho, Ambrosini le pifió y la pelota le quedó servida a Nesta, quien con un derechazo potentísimo venció a Caranta. El equipo de Ancelotti encontró la diferencia nuevamente en un momento clave. La historia de la final pudo haber cambiado si el disparo de Ibarra, en lugar de pegar en el palo y cruzar el arco, entraba. Pero así es el fútbol. Enseguida, Kaká pegó de contra: encaró a Maidana y definió con un toque suave de zurda que el arquero de Boca no pudo detener. Milan conseguía una ventaja importantísima, cuando todavía quedaban treinta minutos por delante. El partido quedó sellado a los 25 del segundo tiempo: Morel Rodríguez calculó mal un cabezazo, Seedorf llevó la pelota, tocó para Kaká y el brasileño -la gran figura del encuentro- habilitó magistralmente de primera a Inzaghi, quien volvió a encontrarse cara a cara con el arco vacío. Era el 4-1, y no quedaba mucho más por hacer. El conjunto italiano quedó con diez por la expulsión de Kaladze (le entró muy fuerte a Gracián, quien había ingresado por Neri Cardozo), pero nada se modificó. El descuento de Boca, a cinco minutos del cierre, sirvió sólo para la estadística y para que el resultado no fuese tan tormentoso. Ledesma encontró en el área un rebote de Dida, su remate se desvió en Ambrosini y descolocó al arquero brasileño. El propio Ledesma se fue a los vestuarios antes del final, por una patada a Kaká que no merecía la roja. Pero a esa altura, ya poco importaba. Después de un primer tiempo parejo, el Milan desplegó todo su potencial al máximo en el complemento. Justificó su victoria con una actuación sobresaliente de Kaká, el oportunismo de Inzaghi y la experiencia de un plantel acostumbrado a las grandes batallas. Boca se resignó ante un rival que fue superior y se quedó con el sabor amargo de una final perdida. Además, el equipo italiano se coronó nuevamente como el Rey de Copas mundial: 18 títulos internacionales contra 17 del equipo que dirige Russo, cuyo futuro, ahora, es un enorme signo de interrogación. Fuente: Hernán Buzzella.