| Volvieron a jugar muy bien y les ganaron cómodamente a España por 4 a 1. Los goles fueron de Maloberti, Barrionuevo (2) y Rebecchi. Termens anotó para las visitantes. En el debut, el equipo de Minadeo obtuvo un gran triunfo ante Alemania, último campeón olímpico y defensor del título.
Desde el vamos, como era de esperar, Las Leonas asumieron el protagonismo. Plantearon el partido en campo rival y no especularon con la postura del rival. Fueron a buscar la definición y de entrada, apenas, tuvieron una chance cierta cuando Aicega se proyectó en ataque y cruzó un remate al área que no pudo ser conectado por ninguna de sus compañeros. Y enseguida llegó el desequilibrio: Maloberti encontró espacios y sin problemas definió ante la salida de la arquera.
Sin dudas, ese era el comienzo que imaginaban Las Leonas y, fundamentalmente, el mucho público que asistió al Club Quilmes. Porque la ventaja parcial trajo tranquilidad. No sólo por el resultado en sí, sino también para sacarse responsabilidad de encima y de paso, cederle la presión a España.
Porque, indudablemente, la desventaja le cambiaba el panorama a las visitantes. De entrada salieron con la idea de aguantar, de hacerse fuerte de atrás hacia delante y especular con los que hiciera Argentina. El gol, claro, dejó de lado todo tipo de especulaciones.
El nerviosismo se apoderó de las españoles. Abruptamente, empujadas por el instinto, se fueron a jugar en campo contrario. Conclusión: pagaron carísimo semejante osadía. Por Las Leonas pusieron el freno de mano y en la primera de cambio volvieron a lastimar. Esta vez a través de Barrionuevo, quien entró sin problemas y su remate esquinado terminó adentro. Dos a cero y, pese a que el partido recién se estaba armando, la sensación era una: todo y más era de Argentina.
Las argentinas estaban en cada rincón de la cancha. Corrían, marcaban, seguían corriendo. Y sobre todo, jugaban como hacía en los mejores tiempos. Así fueron llegando las situaciones de peligro y nadie, pero nadie en serio, se hubiese sorprendido si ese primer tiempo terminaba con una diferencia de cuatro o cinco goles.
Sole García, en medio del desconcierto español, se hizo un hueco, acomodó su cuerpo y sacó una mediavuelta tremenda que de casualidad no entró. Hubo más. Lucha Aymar recibió un corner corto y quedó en inmejorable posición. Levantó la vista, eligió el palo y le faltó puntería. A esa altura, la cara de satisfacción del técnico Minadeo cruzaba de punta a punta el estadio de Quilmes.
Vale detenerse en ese instante final de la primera parte. La mejor jugadora del mundo, Luciana Aymar, sacó un conejo de la galera. Encaró con aire "maradoniano" por el carril izquierdo y sus rivales, mientras la veían gambetear, no tuvieron más remedio que tomarle la patente. Quedó en posición de definir, pero (cero egoísmo, vale la aclaración) se la dejó en bandeja a Rebecchi, quien debajo del arco la empujó.
Las Leonas, en cierto modo, arrancaron a media máquina el segundo tiempo. Y España aprovechó. Termens aprovechó una seria de dudas defensivas y así descontó. Lo que vino, es cierto, no fue la mejor versión de las dirigidas por Minadeo. Nobleza obliga: España levantó mucho su nivel. Ahí, entonces, el trámite se emparejó y Las Leonas, pese a que tenían espacios para manejarse con comodidad en ataque, no tuvieron la precisión de antes y acumularon imprecisiones.
Pero llegó el cuarto y las cosas volvieron a su lugar. Barrionuevo, otra vez, aprovechó un buen corner corto y anotó el cuarto. Asunto cerrado, entonces. Quedaba, apenas, esperar el final para asegurar otra victoria contundente de Las Leonas, que día a día se sienten más candidatas en este Champions Trophy.