| El seleccionado de Italia se consagró hoy campeón del Mundo al derrotar por penales 5-3 a Francia, tras haber empatado 1-1 al cabo de los dos tiempos suplementarios de la final del mundial de Alemania 2006.
Convirtieron para Italia Pirlo, Materazzi, De Rossi, Del Piero y Grosso, en tanto que para Francia anotaron Wiltord, Abidal y Sagnol, mientras que Trezeguet falló su disparo.
De esta manera Italia logró su cuarta copa del mundo, ya que se había adjudicado los campeonatos de 1934, 1938 y 1982.
Con un excelente arbitraje de Horacio Elizondo, que cobró de manera correcta un penal para Francia y expulsó bien a Zinedine Zidane, Italia se abrazó a su cuarta Copa del Mundo.
El partido se jugó en el estadio Olímpico, de la ciudad de Berlín, con la presencia de 69.000 personas.
El encuentro en el tiempo reglamentario finalizó igualado en un gol, con tantos convertidos por Zidane de penal, para Francia, y Marco Materazzi para los campeones del mundo.
Italia fue menos que Francia en esta final, pero su apuesta de llegar a los penales le salió bien, sobre todo gracias al trabajo de su figura esta noche, Fabio Cannavaro.
Francia se quedó sin nada, con el dolor no sólo de perder una final, sino que de quedarse sin su estrella, porque hoy Zidane le dijo adiós al fútbol.
De entrada el partido se tornó aspero, con choques entre jugadores, enredado en el mediocampo, sin mucho para agregar.
La imagen de las tribunas, el silencio que se escuchaba en el estadio fueron la imagen de los primeros cinco minutos del partido, más allá de que Francia ya adelantaba tener más actitud que el seleccionado italiano.
Cuando los dos equipos se estaban acomodando en la cancha apareció Florent Malouda por la izquierda y dentro del área lo tocó Marco Materazzi, claro penal, que Elizondo no dudó en cobrar.
Entonces llegó el turno de Zidane, nuevamente teniendo que patear un penal. Todo un estadio mudo, esperando el recorrido del fracés hacia la pelota.
Por un momento pareció en Berlín que el tiempo se detenía, o que todo iba en cámara lenta. Los movimientos finos de Zidane hacia la pelota hacían presumir algo distinto, claro, Zidane es distinto.
Y en tres pasos llegó a la pelota, el estadio, el mundo, expectante por lo que podía pasar. Y Zidane picó la pelota, en la final de un mundo.
La pelota dio en la parte interna del travesaño y picó medio metro adentro. Por un momento los franceses se asustaron pero los brazos levantados de su capitán hicieron enloquecer a todos los "bleus".
Cuántas crónicas en la historia del fútbol se llevará tantas líneas un penal, seguramente pocas, pero lo que hizo Zidane valen el espacio que todos los medios le darán. Lo merece.
Después siguió el partido. Ahora con Italia obligado a ir en búsqueda del empate, que consiguió enseguida, casi sin sufrir el partido.
Corner perfecto, ejecutado por Andrea Pirlo, entró por el segundo palo Materazzi y con un potente cabezazo venció a un inmóvil Fabien Barthez.
Todo igual. Todo como al comienzo. Con Francia buscando por abajo y con Italia lastimando por arriba.
Francia buscaba lastimar a partir del talento de Zidane, pero sus compañeros no se contagiaron de su categoría y todos los intentos de ataque se deluian, quedaban en la nada.
Italia, fiel a su estilo, firme atrás y encontrando rápido la vuelta para lastimar al rival, con las pelotas detenidas, así llegó el gol del empate y casi aumenta Luca Toni, pero su cabezazo dio en el travesaño.
El primer tiempo pasó sin pena ni gloria, con el público esperando la llegada en el entretiempo de Plácido Domingo o esperando para ir rápido a los baños, para despedir tanta cerveza consumida. Es que el calor se hizo sentir en Berlín.
El segundo tiempo comenzó mejor que el primero, porque en los cinco minutos inciales cada uno tuvo su chance para aumentar: Italia con otra pelota detenida y Francia con una genialidad de Henry.
Como en el primer tiempo Francia tenía la iniciativa, pero con más profundidad, porque Henry se metía en el partido y todos los volantes buscaban llegar al área rival.
En Italia sólo Fabio Cannavaro salvaba las "papas" de un equipo tímido, aguerrido para la marca, pero débil para el ataque.
Para colmo, Marcello Lippi decidió sacar de la cancha a Francesco Totti, ausente en el tiempo que jugó, pero no ingresó Alessandro del Piero, sino que otro grandote para acompañar al solitario Luca Toni, Vicenzo Iaquinta.
Es que todas las fichas de los "azzurros" estaban puestas en un corner, un centro al área, un tiro libre. De jugar ni hablar, para eso estaban los franceses.
Pirlo se paró de enganche en Italia, con la salida de Totti, no para crear fútbol, sino para aprovechar su precisión en los centros al área, para no depender únicamente de las pelotas paradas.
Los minutos corrían, Zidane sentía el desgaste del partido, Henry ya no acompañaba tanto y todo se diluía en intentos individuales, por eso el partido se tornaba aburrido, dando lugar para que los italianos trataran desde fuera de la cancha de mandar hacia delante a su seleccionado, que ni así cambiaba su idea de juego.
Sobre el final de los 90 minutos reglamentarios ingresó Alessandro Del Piero en Italia, para jugar el alargue, porque cuando faltaban cinco minutos para finalizar el segundo tiempo todos tenían la mente puesta en la media hora que quedaba por disputar.
El desgaste que hicieron los jugadores lo sintieron en el alargue, más allá de que Cannavaro o Gattuso parecen tener pulmones y aire como para correr de Alemania y Italia.
Pero al fútbol no sólo se gana corriendo, sino que también hay que jugar, o al menos intentarlo.
Por eso las llegadas en el alargue fueron casi todas de Francia: lo tuvo Ribery, antes de ser reemplazado por el franco-argentino David Trezeguet y después Zidane de cabeza. Todo eso en los primeros quince del suplementario.
El partido se terminó en el segundo tiempo todo se acabó con la correcta expulsión de Zidane, quien demostró que es humano y ante alguna palabra de más del "pendenciero" Materazzi reaccionó y luego del informe del juez asistente Darío García, Elizondo no tuvo más remedio que echarlo.
Se iba el mejor jugador de la cancha y de este mundial. Francia, ya sin Zidane, sin Henry, quien tuvo que salir lesionado, intentó igual, fue al frente, como un grande, pero no pudo evitar zafar de los penales, que tanto anhelaban los italianos, casi desde el comienzo del partido.
Por segunda vez en la historia de los mundiales se tenía que definir una final por penales, como en Estados Unidos 1994, cuando Brasil le ganaba en esa instancia, justamente a Italia.
Y esta vez tuvo desquite, porque sus pateadores fueron certeros, porque Trezeguet fue el único que no convirtió y por eso Italia festejó la obtención de su cuarta Copa del Mundo.
Fuente. Télam.