Domingo 29 de Abril de 2007, 13:07

Independiente le ganó a Vélez con el último alien

| Gracias a un remate desde afuera del área de Montenegro a tres del final, el equipo de Santoro se quedó anoche con la victoria por 1-0 en el Cilindro de Avellaneda. El Rojo cortó una racha de cinco partidos sin triunfos y obtuvo tres puntos clave de cara a las copas del año próximo. Los de La Volpe, con mayoría de suplentes, no merecieron perder y ya piensan en el duelo con Boca por los octavos de la Libertadores.

Hay temblores que pueden ser intrascendentes. Y hay otros temblores que pueden ser derrumbes. Tanto Independiente como Vélez atraviesan por una zona de turbulencias. Resta descubrir de qué clase de temblores se trata para cada uno. En el Cilindro de Avellaneda, el equipo de Miguel Angel Santoro recibía al de Ricardo La Volpe. Ninguno podía empatar, ninguno podía perder. Pero es lógico, no pueden ganar los dos. Desde que Boca goleó por 7-0 al Bolívar, Ricardo La Volpe sabe que tiene una revancha. Por la Copa Libertadores, Vélez se medirá ante el equipo de Miguel Russo en los octavos de final. Por ese motivo, el ex arquero decidió que, para ir a Avellaneda, de los once titulares siete serían suplentes. Cuántas contradicciones hay en el fútbol. Lo cierto es que los pibes de Liniers salieron a la cancha con toda la responsabilidad que habían dejado los que habitualmente juegan. Sessa al arco. Razzotti, Uglessich, Pellerano y Méndez atrás. Coronel, Cabral, Broggi, Sena y Ocampo, en el medio. Fernández Francou solito arriba. En el primer tiempo, los chicos demostraron que pueden ser titulares. Porque Vélez era muy superior en los primeros minutos. Ante un Independiente estático que contaba con todo lo que tiene. Assamann en el arco por Ustari, era el único. Después estaban Gioda, Eluchans, Pusineri, Montenegro y Denis. Hace todo lento Independiente. En cambio el atrevimiento de los pícaros de Vélez los hacía dinámicos y creaban las mejores chances de gol. Cabral tuvo una, pero el zurdo no la agarró bien en el área. También un par de escaladas de Sena por derecha. Y una mano a mano que Fernández Francou no llegó a definir por la rápida reacción de Assmann, que curiosamente era el mejor hombre en la cancha para el local. Había sido más Vélez en el primer tiempo. Pero en el comienzo del segundo parecía que los jugadores (todos) se habían achanchado. Se cuidaban demasiado, como si en el vestuario hubiesen dormido una siesta y recién se levantaban. Entonces Santoro empezó a mover sus fichas. Fredes ingresó por Herrón y más tarde Rodrigo Díaz por Emiliano Armenteros. El ingreso del enganche le dio otro aire a Independiente. Se asociaba bien con Montenegro en el medio y llegaban hasta el área de Sessa, aunque no con demasiado peligro. Mientras tanto, Vélez complicaba con la pelota parada. Un cabezazo de Razzotti dejó a medio estadio mudo. Assmann se estiró y no llegó, pero la pelota se fue al ladito del palo. Y como siempre, la carta ofensiva más importante del Rojo eran los remates desde afuera del área del Rolfi. Ya había tenido una a los 2, que Sessa rechazó bien. Y más tarde una volea que se fue cerca. No era profundo Independiente. Nunca lo fue en el Clausura. Papa entró por Broggi y Ereros por Ocampo. El equipo de La Volpe se iba quedando sin ideas, y el DT lo sabía, por eso mandó a la cancha sangre joven. Entró bien Ereros y se perdió una buena chance en la primera que tocó. Un pelotazo cruzado que lo encontró sólo en el área. La bajó, pero definió mal. Lo cierto es que Vélez ya no era más que Independiente, tampoco menos. El empate estaba bien. Cuando parecía que el 0-0 era un hecho, apareció el crack para encender la ilusión de un futuro mejor. A tres minutos del final, Montenegro recibió una pelota de espaldas al arco sobre el círculo central. Giró sobre su derecha y dejó atrás la marca. Se inclinó para su mejor perfil, se acomodó ante una defensa que retrocedía y sacó el latigazo. El Gato Sessa llegó a arañar el disparo, pero la respuesta fue débil. La pelota se metió en el arco y besó a la red. Gol, por fin gol. La tribuna local estalló en un grito. Santoro lo festejó, como todo el banco y los jugadores en el campo. Se cortaba una racha de cinco partidos sin triunfos. El último había sido en la sexta fecha (ante lanús). Mientras La Volpe sacudía la cabeza y murmuraba con fastidio, Rafael Furchi pitó el final. Independiente no jugó bien, no fue más que su rival, ni mereció la victoria; pero alguna vez se le tenía que dar. Premio además para la insistencia de Montenegro, que prueba al arco desde afuera cuatro o cinco veces por partido. Es cierto que el Rojo tuvo suerte, pero a la suerte hay que ayudarla. Independiente la ayudó un poquito más que Vélez y se quedó con un triunfo valiosísimo que lo deja en las puertas de la clasificación a las copas. Vélez no tiene tiempo para lamentarse, el desafío por los octavos de final de la Copa Libertadores ante Boca está a la vuelta de la esquina. Es increíble lo de Santoro, al segundo partido ya logró que el equipo sume de a tres. Lo necesitaba el Rojo, lo necesitaba la gente. Fuente: Clarín on line.