FÚTBOL | Con goles de Fernández y Boselli, el equipo de Sabella venció al Cruzeiro por 2 a 1 en Belo Horizonte y se quedó con el torneo más importante del continente: nada menos que la Copa Libertadores de América. A fin de año jugará el Mundial de Clubes en Dubai.
Estudiantes logró su cuarta Copa Libertadores. Las tres anteriores las había ganado de la mano de Osvaldo Zubeldía en 1968, 1969 y 1970.
La gran final se jugó ante 75 mil personas en el estadio Mineirao, de Belo Horizonte, con un mal arbitraje del chileno Carlos Chandía, un árbitro saca partidos y sin ningún tipo de autoridad.
Cruzeiro y Estudiantes protagonizaron una típica final de Copa Libertadores, luchando más que jugando y eso al final favoreció a Estudiantes, que fue más inteligente.
Estudiantes salió a jugar el partido con una idea clara, la de pelear cada pelota como si fuera la última en todos los sectores del enorme campo del estadio Mineirao y mostrándose sin titubear.
Por eso, al minuto de juego Christian Cellay salió a matar o morir trabando una pelota con Wagner, a quien le dejó una marca de por vida en el tobillo y ahí quedó claro cuál sería la postura del equipo argentino.
Con la firmeza de los laterales, Cellay y Germán Ré, la fuerza de arriba que muestra siempre Rolando Schiavi, la categoría de Juan Sebastián Verón y la movilidad de los dos delanteros, Estudiantes complicó el trabajo de Cruzeiro, que en el primer tiempo se mostró muy incómodo en el partido.
A esa valentía de Estudiantes para luchar y pelear le faltó audacia y decisión para atacar, porque las pocas veces que la tuvo la posibilidad de pararse en campo lastimó a Cruzeiro, pero fueron las pocas las oportunidades en las que se atrevió.
Las dimensiones de la cancha con el correr de los minutos comenzaron a conspirar contra Estudiantes, porque en esa "estancia", como llamó al campo de juego del estadio Mineirao alguna vez Alfio Basile, es casi imposible cubrir todos los espacios, por más que todos defiendan.
Entonces, cuando las piernas de los argentinos comenzaron a no ser las mismas que las del arranque del partido la historia comenzó a complicarse porque Ramires y Wagner con espacios comenzaron a generar juego para Kléber y Wellington Paulista y así Estudiantes tuvo que sufrir, aunque no mucho.
Si Verón corre más de lo que juega -encima se pelea y genera contraataques para los rivales-, si Leandro Benítez no se compromete con el juego y los demás piensan más en defender las posibilidades de ganar se achican.
Pese a la poca ambición ofensiva de Estudiantes, cuando los brasileños eran una invitación para ser atacados, los argentinos en la primera etapa tuvieron tres chances claras de gol, pero Boselli desaprovechó dos y en la restante no llegó Enzo Pérez.
En los minutos finales del primer tiempo los dirigidos por Sabella se dieron cuenta que atacar era un buen negocio, que Cruzeiro se mostraba nervioso y se plantó en campo contrario, algo que provocó que no sufriera más en su arco y generar peligro en el contrario, para irse al descanso mejor parado en esta final de Copa Libertadores.
El inicio del segundo tiempo encontró a un Cruzeiro más decidido y a un Estudiantes esperando el error del rival, otra vez con Verón demostrando su amor por la camiseta pero olvidándose de su amor por el juego.
Los brasileños de tanto ir, pese a sus errores y su ceguera a la hora de atacar, tuvieron su premio a los 6 minutos gracias a un remate desde fuera del área de Henrique, que se desvió en Desábato y así Cruzeiro marcó el primer gol del partido.
A partir de la ventaja Cruzeiro se agrandó y comenzó a florearse, tocando, rotando, generando riesgo y asumiendo el rol protagónico que le costó tomar en el resto del partido.
Pero como esto es fútbol, llegó la primera sorpresa de la noche, porque Verón jugó en vez de luchar, habilitando de manera magistral a Cellay, quien envió un centro para que la "Gata" Fernández sin arquero estableciera la igualdad.
A partir del gol cambió el partido, porque Estudiantes se agrandó, Cruzeiro se convirtió en un manojo de nervios y entonces el equipo argentino se adueñó de la pelota y de las acciones de peligro.
Enzo Pérez comenzó a marcar diferencia por derecha, Verón empezó a distribuir el juego y ya la pelota estaba más cerca del arquero Fábio que de Mariano Andújar.
El correr de los minutos agrandó más a Estudiantes, Verón siguió corriendo como si tuviera 20 años y jugando ahora con la inteligencia de sus 32, para convertirse en el hombre de la noche.
Para que los nervios de todo el estadio, que a esa altura ya estaba mudo, llegó el gol de cabeza de Boselli, luego de un centro de Verón y ahí se congeló el Mineirao, menos donde estaban los casi cuatro mil hinchas de Estudiantes.
Cruzeiro buscó pero sólo tuvo una chance para igualar, a cinco del final, con un remate desde fuera del área de Thiago, que pegó en el travesaño.
En los últimos minutos Cruzeiro buscó, pero chocó con su impotencia y Estudiantes se plantó firme atrás, dejó correr los minutos para gritar fuerte en Brasil que es el nuevo campeón de la Copa Libertadores.
Fuente: Télam.