Opinión | El conjunto azulgrana estaba obligado a ganar y ganó.
San Lorenzo ganó una final, le ganó a la adversidad, le ganó a los problemas que venía arrastrando de hace tiempo.
En los primeros 25 minutos se vió el mismo San lorenzo de partidos anteriores. Un equipo sin ideas, partido, no brindaba seguridad en defensa, individualidades en un nivel bajísimo. Estamos hablando sobre todo de [b]Belluschi[/b], [b]Botta[/b] y [b] Ortigoza[/b], aquellos futbolistas en los que uno siempre espera más, estaban completamente en otra sintonía. El entrenador de San lorenzo hasta sacó a [b]Torrico[/b] (imagínese si estuviera mal) y puso a [b]Nicolás Navarro[/b] que hace tiempo no jugaba de titular.
Hoy San Lorenzo en ese arranque del partido estaba completamente atrapado, en sus propias limitaciones, en sus propias carencias. San Lorenzo no podía recuperar su juego, el juego que lo destacó como uno de los mejores equipos del 2016 (sino el mejor); ese que estaba peleando el cabeza a cabeza con Lanús y luego llegó a la final, ese equipo que terminó el año pasado en el campeonato actual a 3 puntos de Boca. Esto quiere decir que San Lorenzo en su momento, "encantó" al futbolero promedio en la Argentina, por eso sorprende tanto ver a un equipo tan bajo.
Pero a partir de esos minutos iniciales donde la visita le manejaba la pelota, donde no lo inquietaba demasiado pero se veía a un equipo local que estaba lejos del objetivo (que era ganar como sea) se despertaron con amor propio, con entrega, desde el gran despliegue de [b]Franco Mussis[/b] y desde ahí se empezaron a contagiar y se empezó a ver el fútbol que pretenden los hinchas.
Al minuto 35 de esa primera mitad, San Lorenzo llegó merecidamente al primer gol[i]-Blandi, luego de un cabezazo de Angeleri-[/i].
En el arranque del segundo tiempo, se vió algo completamente diferente.[b] Universidad Católica[/b] estuvo mucho más adelantado y el conjunto azulgrana recordó que tiene problemas. Y me parece que no fue una estrategia el hecho de dejar que el rival lo ataque y sume gente en su campo para después salir de contra, porque prácticamente San Lorenzo no encontró esa "vía de escape" para liquidar la historia. Luego, hubo un cambio posicional que fué clave, Botta dejó la banda derecha y se colocó detrás del "9" (esa es la posición donde Rubén Botta la rompió en Tigre y asi lo compró el Inter de Italia) y se empezó a ver un Botta más suelto, punzante, peligroso para la defensa rival, encarador y ahí es donde el equipo se apoyaba en él, también en Merlini, en Néstor Ortigoza -que alternaba buenas y malas-, en Belluschi que estaba completamente desaparecido y fué él quién perdió una pelota en mitad de cancha y así llegó el gol de [b]Cordero[/b] para el equipo chileno a los 31 minutos de la segunda parte.
Al local se le venía la noche, faltaban sólo 14 minutos para que termine y le volvían a empatar un partido, en el que tranquilamente le podían igualar el marcador porque San Lorenzo no se estaba defendiendo bien y tampoco podía tener la pelota. Es decir que era una moneda al aire, lo que no concretaba en el arco rival, lo podía sufrir en el arco suyo y lo sufrió con ese gol de Cordero. Y un minuto más tarde, por esas cosas que tiene el fútbol es expulsado [b]Kuscevic[/b], uno de los defensores centrales titulares de Católica. Inmediatamente cuando ya faltaban 6 minutos para el final, Diego Aguirre saca a Fernando Belluschi -jugó regalado la mayoría del partido- para que ingrese el debutante [b]Nahuel Barrios[/b]. Ahí fué donde todos nos dimos cuenta que "el ciclón" tenía que jugar por abajo debido a la altura de los jugadores que tenía en cancha.
Se juntaron los que saben, apreció Botta, Ortigoza y Merlini -formaron un triángulo- y fué éste último quién colocó un centro bárbaro que encontró la cabeza del más bajito de la cancha. En un minuto recién ingresado el pibe Barrios ya cumplía un sueño y no solamente el de debutar en primera, sino que en la primera que toca, le daba a su equipo una victoria impostergable, necesaria como el aire para respirar, y a partir de ahí se desató la alegría.
Se volvió a repetir la vieja historia de San Lorenzo, que la Copa Libertadores le cuesta, jugar en casa le cuesta. Cuando el árbitro del encuentro dió el pitazo final y toda la gente, cuerpo técnico y jugadores gritaron, fue un grito de desahogo, porque San Lorenzo tenía que ganar y también mejoró desde la actitud, por momentos desde el juego del medio hacia adelante, con mucho por trabajar del medio hacia atrás, pero ganó. Y ante un rival que le puso la vara bastante alta podríamos decir.
Ahora San lorenzo, dependerá de si mismo para meterese una vez más a los cuartos de final y ya no tanto de manera milagrosa en la Copa Libertadores.