Lunes 4 de Diciembre de 2006, 00:58

Chicago volvió a amargar a River

| Con goles de Federico Higuaín (ST 4m) y de Jorge Martínez (ST 18m) el Torito se impuso en el Monumental por 2-1. Ernesto Farías (PT 2m) había puesto arriba al Millonario.

Un karma; eso es Chicago para River. El Torito, que venía mal en el campeonato, hizo pesar su paternidad sobre el Millonario y se impuso por 2-1 en el Monumental, en el que es su mejor triunfo desde que retornó a Primera. Sin embargo, la tarde había arrancado de forma inmejorable para el equipo de Passarella. A los dos minutos, Ernesto Farías cabeceó al gol un centro pasado de Gonzalo Higuaín y parecía que la tarde sería tranquila para el local. A los cuatro, Lussenhoff pudo casi liquidar el partido, pero falló un gol imposible abajo del arco. A partir de ahí Chicago empezó a crecer en su juego. Pellerano y Donda ganaron el duelo de la mitad de la cancha y el visitante empezó a llegar con peligro. A los 34 minutos, Nicolás Sánchez, quedó solo frente a Carrizo, pero el arquero hizo "la de Dios" y despejó el remate con su rodilla izquierda. River contestaba, cada tanto, de la mano de Gallardo, el jugador más claro del local, pero Vega estaba inspirado y le sacó el gol a Farías y al Pipita. En el inicio del complemento, se dio una jugada que cambió el curso de la tarde. Carrizo quiso salir jugando desde abajo con Lussenhoff, pero el Colorado se equivocó y perdió la pelota en plena área. Donda enfrentó al arquero, tocó para el medio y Federico Higuaín empató el partido. La igualdad fue un cimbronazo para River, que acusó el golpe y siguió sufriendo a partir de la gran tarde de los tres mejores jugadores de la tarde: Donda, Pellerano y Vega. A los 18, el Negro Martínez llegó al fondo por la derecha y sacó un violento remate que se coló por entre las piernas del arco millonario; 2-1 y bingo para Mataderos: volvía a superar a River en el historial y dejaba la zona de descenso directo. El equipo de Passarella vivió, desde la desventaja, una de sus peores producciones del campeonato. Sin nadie capaz de aportar claridad, fue todo empuje y centros desesperados en busca de una cabeza salvadora. Resumiendo, el camino equivocado, el juego que más le gustaba a Chicago, que terminó abrazando un triunfo tan importante como merecido.