Sábado 25 de Agosto de 2007, 13:59

AMOR A LAS PIÑAS

BOX | Rubén Beñez (50) abrazó de muy chico su pasión por el box. Los primeros tiempos de púgil fueron duros, su “rival” más difícil fue su madre que hizo todo lo que tuvo al alcance para evitar que subiera al ring side. “En el club “Salud Pública”, de Villaguay practiqué defensa personal y con ganas de hacer lo mismo en el “Club Atlético Basavilbaso” fui un día y me encontré con otra cosa…muy distinta, que me gustó y practiqué con dedicación”, recuerda Beñez el máximo referente del arbitraje de box que tiene la provincia.


[imgTexto=BENEZ.jpg]Rubén Beñez[/imgTexto], el mayor de los hijos de Elsa Colombo y Ricardo Beñez, como buen correntino, no se achicó ante “Torito” Cuadra, “Gringo” Campos, “Negro” Ríos, Julio Cristóbal y Santos “Cuajito” Velásquez, leyendas del pugilato local, y aprovechó el espacio que le dieron en el gimnasio para potenciar su talento natural y alistarse para hacer lo que hasta hoy más le gusta: subir al ring side. “Hice 30 peleas, gané casi todas…pero la verdad de las que más recuerdo son las dos únicas derrotas que tuve”, confiesa, y enseguida sus ojos se llenan de nostalgia al recordar la primera pelea que hizo un 10 de noviembre de 1973 en un festival que se hizo en la cancha del “Club Atlético Basavilbaso”, cuando por puntos le ganó a Oscar Mancuello, un púgil de Paraná. “Ese día Fernando “Negro” Coto fue el árbitro, lo recuerdo como si fuese hoy que levantó mi mano indicando que había ganado y la gente aplaudía y festejaba. Son momentos únicos, que uno no puede olvidar”, dice Beñez al tiempo que con un enorme respeto y hasta admiración nombra a quienes fueron sus compañeros: “Torito” Cuadra, Javier Ponce, Honorio López y el recordado Julio Caminos, protagonistas de multitudinarios festivales en “Atlético”, “Ramsar” y la “Esmeralda”. La gran “prueba de fuego” para Beñez y su pasión por el box fue sin dudas el ingreso a la Escuela de Prefectura, en Concepción del Uruguay. Los tiempos para entrenar se redujeron, y las posibilidades de subirse al cuadrilátero también, no obstante siguió su derrotero. En1978 su destino profesional fue Mar del Plata, allí conoció a Ubaldo Néstor “Uby” Sacco a quien admiró profundamente. Casi cuatro años en “la feliz” lo alejaron de la actividad, pero no de su deseo de subir al ring side. En febrero de 1982 regresa a Concepción del Uruguay y pocos meses después, el 2 de abril, tras viajar a dedo hasta Gualeguay enfrenta y vence a un peleador porteño. “Después hubo una seguidilla importante de combates, en Villaguay, Villa Elisa…y en Basavilbaso, en un festival organizado por Héctor “Cacho” Favre, en “Ramsar Juniors”. Ese día fue mi hermana Silvia, la primera vez y última que me acompañó…y la verdad es que ahora, desde otro lugar, la entiendo, en el suyo también sufriría”, admite mientras se pone “en guardia” como esperando el golpe bajo del entrevistador que advierte en sus palabras que detrás del grandote ex boxeador hay un hombre, padre de siete hijos y abuelo de cuatro criaturas que prefiere que corran detrás de la pelota. “Después de una pelea en el “Club Lanús” dije: no sigo más. Cumplí, colgué los guantes, estaba entero y terminé mi ultima pelea ganado cómodo, pero sentí que no daba para más…al menos con los guantes”, se ríe y enseguida comenta que tomó un curso del de arbitro con un instructor de apellido Openn en 1984 y que desde entonces no para de capacitarse para su nueva pasión: arbitrar el en el deporte que más ama. “No puedo quejarme de la suerte que he tenido. Desde que decidí arbitrar felizmente cumplí buenas actuaciones. Me tocaron peleas por títulos provinciales, Nacionales e Internacionales…estoy reconocido por la Federación Argentina de Box (FAB), recientemente arbitré el combate de Ulises “Cloroformo” López en Concepción del Uruguay (pelea que fue televisada por TyC Sports para todo el país) y pude mostrar mi trabajo en Uruguay y Brasil, pero por sobre todo hoy tengo “hinchas” en la familia y no rivales como en mis tiempos de boxeador”, dispara la humorada como si fuese el golpe que aleje al rival y le permita una bocanada de aire para superar la emoción de tantos recuerdos que le anudan la garganta. Fotos: Franco Ferrari.