Miércoles 20 de Abril de 2022, 06:09

“No queremos ser invitados formales, queremos ser protagonistas”

Política | El productor, José Luis Peter, integrante de una familia que lleva cuatro generaciones trabajando en la Isla, señaló que lo que regula la actividad son las crecientes y bajantes del agua. Tenemos muchos cursos de agua y dos monstruos por el Paraná y el Uruguay, que cuando se enojan nada los detiene.


Peter estacó que la producción que llevamos los productores es sustentable desde donde se lo mire. No alteramos ningún curso de agua y en los campos que trabajamos se aprecian todo tipo de animales.

Todo lo que se produce es orgánico. Las pasturas son naturales y la forestación requiere de cuidados permanentes. Cerró diciendo que la cultura del trabajo es muy fuerte y que gente que vive en departamentos céntricos de Buenos Aires no puede decidir la suerte de las islas y de quienes viven en las mismas.

Se concretó el 9 de abril el Primer Tour Productivo de 2022 de la Asociación Entrerriana de Periodistas Agropecuarios (AEPA), que se desplegó a través de islas del Delta, en Villa Paranacito, con la organización y logística de la Federación Agraria Entre Ríos y la Cooperativa de Productores del Delta.

Dana Olivera Taleb, titular de AEPA, aportó justamente que, “la intención de este Tour es llegar hasta un ambiente productivo entrerriano donde las cosas se hacen con una lógica propia que se argumenta desde la cultura”.

En el marco de la visita, dieron cuenta del trabajo agropecuario en islas un grupo de expertos integrado por el productor José Luis Peter y su familia; José Jacobsen, titular de la Cooperativa de Productores del Delta, Matías Martiarena, vice director de la delegación Entre Ríos de la Federación Agraria Argentina, entidad que se puso a disposición de la AEPA para hacer realidad la gira y; Hugo Benavídez, técnico a cargo de la Agencia de Extensión Rural local de INTA.

En la sede de la cooperativa, Benavídez expuso acerca del potencial de una región que se expande por 450.000 hectáreas, donde la actividad está principalmente vinculada a las cadenas de valor del pecán, miel, madera, ganadería y turismo.

El profesional dijo que “la agricultura, por ejemplo, es irrelevante en la región, donde la convivencia con el ambiente está signada por el agua y sus vaivenes. Se alcanzó el objetivo de ver el resultado del trabajo de productores isleños, que logran frutos de la tierra a partir de un sistema de manejo sustentable de los recursos”.

El responsable de la Agencia de Extensión Rural (AER) Villa Paranacito del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), indicó que “la forestación, con el efecto beneficioso para la atmósfera, y la ganadería bovina -unas 240.000 cabezas-, de la mano de planteos familiares que posibilitan una atención permanente de los rodeos”, aparecen como las dos producciones más tradicionales del departamento”.

Otra de las producciones, alrededor de 1500 hectáreas, la superficie más importante en la provincia es la nuez pecán con “aunque “todavía falta generar más mano de obra a través del agregado de valor”, acotó el profesional que lleva varios años trabajando en la zona. Es un cultivo emblemático para la isla y hay grupos económicos interesados en el desarrollo del cultivo con el empleo de tecnología superadora y con la meta de exportar lo que se produce”.

En cuanto a la apicultura el Ingeniero Agrónomo dijo que “junto al coordinador de Apicultura en el Inta, Ingeniero Primost, hemos presentado un proyecto a una convocatoria del Inta que consiste en una caracterización de mieles del Bajo Río Uruguay, proyecto que fue aceptado y estamos trabajando para caracterizar vía análisis de laboratorio el tipo de miel que se produce en la zona, en lo que sería el paso previo a la denominación de origen”.

Cerró diciendo que se “trata de una miel muy buscada por los acopiadores”. Por su parte, Jacobsen remarcó que “necesitamos que se conozca lo que hacemos en la zona y la manera en que trabajamos, abundan lecturas de dirigentes y formadores de opinión que hablan desde el desconocimiento del lugar y a nosotros, que la realidad nos interpela todos los días, no nos consultan. La presencia de periodistas aquí es, para nosotros, una buena noticia”.

Matías Martiarena, en representación de la entidad gremial a la que está asociada la Cooperativa, especificó que “en el Delta muy pocos productores salen de la escala de pequeños y familiares e integran familias con décadas de presencia en las islas. Tienen un conocimiento del entorno admirable y llevan adelante una producción sustentable”.

“Además de las salicáceas y la cría de hacienda nos dedicamos al transporte de animales propios y para terceros”, aportó José Luis, quién recibió a la delegación de AEPA con su papá de 86 años, José, su hermano Marcelo y sus hijos. “Les puedo decir que acá vivimos en relación directa con el agua, son las crecientes y las bajantes lo que regula la actividad”, determinó el productor.

La familia de Peter y las de su madre, Bettiga, llegaron al Delta en 1919 y producen desde entonces, sin más infraestructura que una casa hecha con materiales de la isla y sin servicios como luz y agua. Desde entonces han recorrido un camino que los llevó a vivir a partir de la producción rural por cuatro generaciones. José recordó que “los abuelos maternos se instalaron en Brazo Largo; mientras que los Paternos lo hicieron en Sagastume.

Los primeros se dedicaron a la fruta y los segundos a la verdura. Luego siguieron con la forestación, para luego comprar una propiedad. Mi padre, en los 80, con la puesta en marcha de Papel Prensa comenzó con el transporte fluvial dedicándonos unos cuantos años a esa actividad, para en el año 1986 adquirir 20 vacas con cría que echó en un campo que estaba abandonado, poco y nada preparado. Fueron varios años de crecidas y sudestadas de los ríos, juntando, más de una vez, los terneros de las vacas en pontones para llevarlos a los lugares más altos en que las vacas parían”.

Luego, continúa, levantaron “ataja repuntes que no dieron buenos resultados porque dos por tres las sudestadas nos llenaban el campo de agua, razón por la que no podíamos hacer ganadería y forestación con la tranquilidad que todo productor necesita.

En el 98, año que tuvo una creciente muy grande con más de dos metros en el lugar que estamos, pudimos salir, sacar la hacienda y gracias a la consignataria Fracarolli-Ronconi de Urdinarrain pudimos ubicar los animales y cuando logramos regresar, con una máquina, empezamos a hacer la ampliación del endicamiento que nos permitió hacer ganadería y forestación de manera sustentable.

Con el respaldo de esa trayectoria José Luis pidió “ser escuchados cuando se definan políticas públicas que nos afectan, porque nosotros somos los que habitamos el humedal desde nuestro nacimiento y sabemos muy bien de qué tratan los incendios, el daño que hacen, cómo se ocasionan y cómo controlarlos en tiempos de sequía, máxime cuando mucha gente vivía en la zona manteniendo limpias las zanjas y las zonas de forestación, no con campos abandonados, donde es imposible entrar por la vegetación y los pajonales”.

El productor se preguntó "¿qué daño hacemos a la naturaleza como nos quieren hacer ver gente que no tiene idea de lo que habla y que quizás jamás pisó una isla y no sabe lo que es producir en la misma?, y destacó que la “que manda es la naturaleza, la que determina si vamos a tener un período de sequía, uno de lluvias e inundaciones, no el productor”.

Sostuvo que los vacunos que no son de las islas “les cuesta adaptarse a la zona, inclusive muchos no lo logran, pese a que hemos comprado reproductores de primera línea. Desde hace un tiempo estamos usando toritos de servicios que se hicieron con vacas de la zona con reproductores que llegaron de cabañas y apostando, hace dos años, a la inseminación. Los que nacen en el campo conocen los esteros, donde tienen que meterse, donde no, especialmente en tiempos de mucha lluvia, donde tenemos que meter mano porque las vacas se empantanan”.

 Marcelo Peter, encargado de la parte forestal, señaló que “la mayor parte, 80%, está dedicado al álamo que es la madera de mayor valor; mientras que el sauce es un árbol para campos más abiertos que se inundan, en tanto que nosotros tenemos más defensas”. Dijo que el “álamo tiene muchos más usos como mueblería”. Contó que el “tiempo ideal para el corte es a los 15 años y una vez cortado se inicia la resiembra”.