Sábado 9 de Noviembre de 2019, 15:55

Murió Juan Ramón

Sociedad | El "alfarero de la fantasía" falleció en la mañana del sábado 9 de noviembre en el hospital de Basavilbaso, donde estaba internado desde hace una semana.


Era el menor de 15 hermanos del "familión" de Antonio, de origen brasileño nacido Río Negro, y Juana, la calabresa de Paysandú. Orgullosamente sanducero, pero no menos basavilbasense y argentino. Pero sobre todas las cosas fue un gran tipo, sin exagerar podríamos decir fue un ángel o lo más parecido. Cuando se le preguntaba por sus viejos los justificaba: "hicieron lo que pudieron", en referencia a la educación que le dieron a sus hijos. Pero de inmediato -como si fuese un arquero custodiando celoso su área chica- recalca: "nos inculcaron ser buena gente, respetuosos y creo que ninguno fue un mal aprendido". Don Antonio trabajó en el campo, sumando -con el correr del tiempo- a sus hijo; al lograr estabilidad en el Frigorífico Casa Blanca ya el menor estaba en condiciones de ayudar a "parar la olla" le "tiró un centro" y el muchacho logra sus primeras mensualidades. Los horarios y la carga del trabajo en el frigorífico no eran compatibles con las ganas de correr detrás de la pelota, por lo que la salida fue aprender el oficio de albañil. En Juventud Unida, "el equipo de casa, del barrio", dijo fue el que le ofreció la posibilidad de "vestirme de jugador" con indumentaria similar al famoso "Ferro" (Club Ferro Carril Oeste, de CABA) y por lo que -en la época de Gerónimo Saccardi, más conocido por su apodo "Cacho", se hizo hincha de "El Expreso de Caballito". Centenario puso sus ojos en él y se lo llevó cuando apenas había cumplido 18, dando un salto de 4 Categorías, que bien merecía el fútbol que por esos días desplegaba, "mitad volante, mitad puntero...pero cascando o intentando cascar bien la pelota", resumía en un "tiro por elevación" a los futbolistas del presente que a su entender "no la quieren a la "camprichosa", la maltratan". Los Diablos del Porvenir, una localidad uruguaya del Departamento de Paysandú, le haría cambiar el verde por el rojo. Tenía 22 años, "fue cuando vestí una temporada la camisera de Independiente...es que el club de Avellaneda nos mandó de regalo un equipo completo. Así que yo puedo decir "vestí la camiseta de Independiente"....", comentaba en tono risueño. "No fui goleador...disfrutaba que otros los hicieran y era un campeón para los festejos", resumía y entre risas contó que algunas vez durante un festejo quiso, como lo hacía siempre, "volar" hasta caer sobre sus compañeros en una "montaña humana" y en cuestión de segundos todos se corrieron, "el aterrizaje fue de cara al suelo", recordó en medio de carcajadas. En el verano de 1973, con 29 años, había parado unos días con su trabajo de albañil y con ahorros de su oficio de talabartero (que aprendió con una familia en la que fue un "agregado" permanente para las "changas" y al servicio de todo, en busca de una moneda) había pensado seriamente en tomar un descanso, serían sus primeras vacaciones. Admitía que no tenía planes pero una invitación de un sobrino para viajar a la Argentina, para pasar unos días, "una "semanita" en Concepción del Uruguay", lo cambiaría todo. La "semanita" se prolongó por más de cuarenta años. "Entre risas recordaba que tres días después de llegar a La Histórica se entera que estaban buscando un peón del albañil y que la paga era buena...buenísima para pagarnos las "vacaciones una "semanita" más"...y así fue pasando el tiempo y la verdad que la demanda de trabajadores era mucha, muchísima", rememoró. Esa oferta de posibilidades laborales trajo a un cuñado a la Argentina, y al poco tiempo entró en una empresa constructora la que quiso el destino -en 1979- tomara trabajos en Basavilbaso, hasta que un día "dijo basta y se fue para Paysandú. Yo me hice cargo del trabajo que había que hacer, unas lozas para una casa (de la familia del Dr. Jorge Jacobi)", así fue que llegó al pueblo. El 1º de enero del '80 terminó su trabajo y se marchó a su pago, pero fue por pocos días ya que el Dr. Jacobi personalmente se ocupó de encontrarlo y ofrecerle trabajo en su casa, "acepté y la verdad que no me arrepiento, porque viví años muy felices...", resumió. Ya en "Basso" procuró acercarse al fútbol, pudo hacerlo por Atlético que le quedaba a unos pasos, pero no, lo hizo por Ferrocarril Rocamora, hasta donde llegó por los colores "similares a los de Ferro", y por los comentarios sobre un tal Miguel Ángel Lencina, "Guecho". Fue "Guecho" quien le ofició de "guía" de la mano de quien conoció los clubes locales y pudo ver, en una práctica en Ramsar, como "un hombre mayor le pegaba como los dioses", en referencia a Don Vicente Bustamante. Hugo Benítez fue el impulsor del fichaje internacional para el club de Rocamora y allí despuntó el "placer de cascar la pelota" y las relaciones sociales. Jugó dos temporadas, la primera llegando hasta Semifinales del torneo local (perdiendo con Defensores del Oeste), y la segunda con menos fortuna, pero "con la "polvora mojada" quedamos rápido fuera de combate". Para el tercer año en la Liga Regional fichó para Social Libaros, por la insistencia de Eduardo "Carozo" Robles. El "uruguayo" jugó dos temporadas con la "v" azulada en el pecho. En la sede del "Decano" multiplicó los conocidos, las noches de partidos de truco y "puchos", uno tras otro. Como el "loco" (Hugo) Gatti él nunca colgó los botines, pero sin jugar oficialmente se fue "colando" en otros espacios hasta convertirse en un imprescindible. Fue ayudante de campo, entrenador e integrante del cuerpo técnico que en febrero de 1986 le dio al "Decano" un título muy recordado porque las definiciones con El Porvenir reunieron verdaderas multitudes. Ya en esos días sus crónicas eran parte central del espacio de Marcelo Ramón de Urquijo en LT11. Pero no muchos sabían que la pluma que garabateaba sobre "los polvorientos caminos de la Liga Regional" eran del "alfarero de la fantasía". Con "El Marqués" entabló una relación de amistad a partir de largas tertulias futboleras en la puerta del kiosco "Azul Grana" que tenía el uruguayense. En una de esas charlas, y bastante antes de que el protagonista de esta crónica llegara a la ciudad del riel, escuchó hablar loas de un tal Vicente Bustamante, lo que admitió le despertó mucha curiosidad. Los encuentros con Urquijo fueron más esporádicos pero siempre le reclamaba al menos resultados del fútbol de la Regional y el "uruguayo" sin pereza no solo le enviaba por colectivo fecha tras fecha lo ocurrido sino que además le hacía sus correspondientes crónicas. En los '90 FM RIEL ya estaba instalada en los hogares de Basavilbaso y la zona, y una tarde del verano de 1991 Silvio Gorge se cruza con el "albañil uruguayo", estaba haciendo unos trabajos en el kiosco del Santos "Gallego" López frente al paso a nivel de la calle Podestá y de una apasionada charla de fútbol surge que la pluma del "alfarero de la fantasía" sea parte del staff de la emisora. "Me sumé al equipo de la radio, fue una época hermosa...inolvidable", aseguró. "De las crónicas pasamos a ser parte de un programa con entrevistas, transmisiones de exteriores con información en simultaneo desde todas las canchas..."; "nunca supimos como explicar el porqué donde iba la radio los clubes cortaban más entradas", señaló invadido por la emoción de los recuerdos y dejando correr algunas lágrimas, pero de inmediato con gratitud agradece que "los gurises de "Siempre al Diez" me permitieran volver al ruedo...ellos son el presente y el futuro", exclamó. Pasó casi un lustro alejado, pero en las últimas temporadas las columnas del "alfarero de la fantasía" cobrarían vigencia; seguramente por su compañera de la vida, Dora, por el cariño con el que lo cuidaron Adriana, Carlos, Mauro y Alicia, por los partidos que aún le faltaban ver y las pelotas por "cascar" le hubiese gustado tener más "hilo en el carretel", pero los problemas respiratorios fueron "minando" sus posibilidades de andar, y contrariamente a lo que fue gran parte de su historia pasó los últimos meses entre cuatro paredes, ya ni siquiera podía llegar al estudio de la radio, no obstante -con la prolijidad y puntualidad de siempre- hacer con lápiz negro las crónicas y dibujos siempre, pero siempre vinculados a su gran amor: el fútbol. Una mañana de los primeros días de noviembre los médicos recomendaron que debía ser hospitalizado, sus pulmones a los que tanto castigó con el "pucho" apenas le daban un poco de aire, su cuerpo delgado, frágil, fue llevado en ambulancia al "Sagrado Corazón de Jesús". "A todas las Doñas...", -diría JR- les anunciamos que "el manda más" cual árbitro pitó el final del partido, el que el "Uru" ganó y por goleada. Ya pasó a la Selección del cielo; se llevan un ejemplar único, que no dudamos tendrá hinchas en todos lados sin importar el color de camiseta...